“LA VERDADERA GUERRA DE LAS GALAXIAS (EL PROYECTO SDI – INICIATIVA DE DEFENSA ESTRATÉGICA)”, WILLIAM J. BROAD (Reseña #2148).

Reseña Cultural: 2148 // Reseña Literaria: 622
Reseña actualizada. Publicada el 17 de diciembre del año 2011 en Lux Atenea.

Información Muy Importante / Very Important Information:
Esta reseña ha sido escrita por un ser humano, no por una Inteligencia Artificial / This review is a human writing, not an Artificial Intelligence writing

Publicado por: EDITORIAL PLANETA
ISBN: 84-320-4768-6
Edición: 1986 (EDICIÓN COMPRADA)
Páginas: 215

LA VERDADERA GUERRA DE LAS GALAXIAS PROYECTO SDI INICIATIVA DE DEFENSA ESTRATEGICA WILLIAM J BROAD

“Nosotros trabajamos en armas para la vida, las que salvarán al pueblo de las armas de la muerte. Se trata de una decisión moral en la que creo firmemente. No puedo entender por qué todos, en todo el mundo, no estamos trabajando en encontrar los medios para eliminar la guerra nuclear.”

Independientemente de las afinidades o discrepancias que la política del presidente Ronald Wilson Reagan (1911-2004) pueda despertar en los cultos lectores de Lux Atenea, de lo que no cabe la menor duda es que Ronald Reagan sigue siendo el presidente más valorado por el pueblo estadounidense según indicaba clara y rotundamente la encuesta realizada por la prestigiosa empresa de análisis y asesoría Gallup a principios de 2011 en el centenario de su nacimiento. Con una de las victorias más aplastantes en unas elecciones presidenciales, y con uno de los mayores porcentajes de votos recibidos en toda la Historia de los Estados Unidos de América, a Ronald Reagan se le sigue recordando en su país como el presidente que sacó a los Estados Unidos de América de la crisis moral y económica más dura que hayan vivido durante la segunda mitad del siglo XX. Un récord de popularidad entre los ciudadanos estadounidenses que todavía no ha sido superado, a pesar de los tiempos de esplendor y de liderazgo que también han podido disfrutar otros presidentes que le han sucedido o precedido en el cargo. Dejando a un lado algunas cuestiones económicas de su política que no tienen relación alguna con la información contenida en este libro, en cambio, sus decisiones relacionadas con el despliegue militar estadounidense en el mundo como respuesta a la amenaza del bloque soviético, llevaron al presidente Ronald Reagan a tomar decisiones firmes y arriesgadas no siempre comprendidas por otros líderes occidentales. Por ejemplo, medidas disuasorias como el despliegue en Europa de misiles Pershing-II y de crucero (ambos equipados con cabezas nucleares) y con capacidad para llegar a Moscú en diez minutos, fueron tomadas como respuesta al desequilibrio en el poder militar que suponía la constante amenaza de los submarinos soviéticos con misiles nucleares situados en aguas internacionales del océano Atlántico, y cuya distancia hasta la ciudad de Washington les permitía poder realizar un ataque nuclear a la capital de los Estados Unidos de América en pocos minutos. Dentro de aquellos movimientos militares orientados al equilibrio de poder durante la Guerra Fría, donde los misiles balísticos intercontinentales con ojivas nucleares fueron una de las piezas estratégicas fundamentales para ambos bloques, la administración Reagan (1981-1989) estuvo firmemente decidida a apoyar a la comunidad científica estadounidense con todos los recursos posibles, si el fruto de aquel esfuerzo les permitía alcanzar un sistema de respuesta efectivo a la amenaza que suponían los misiles intercontinentales soviéticos en caso de sufrir un ataque por sorpresa. En aquella época, más de 8.000 cabezas nucleares estaban apuntando a Occidente, y el presidente Ronald Reagan estaba decidido a hacer todo lo posible para crear las armas que fueran necesarias para anular aquella amenaza nuclear. El proyecto que nacería para crear el escudo que protegiera de los misiles intercontinentales soviéticos sería conocido como SDI (Strategic Defense Iniciative, Iniciativa de Defensa Estratégica), popularmente conocido como ‘Guerra de las Galaxias’. Dentro de todos los libros que pueden encontrar sobre este atrayente tema histórico y militar, ninguno lo ha tratado de forma tan directa y clara como esta magnífica edición publicada por la editorial Planeta.

presidente Ronald Reagan

El proyecto SDI dispuso de generosos presupuestos aprobados por el gobierno estadounidense y, entre los diversos sistemas de Defensa que se diseñaron, en este libro destacan las armas nucleares de tercera generación, el láser de rayos X (ya sea instalado en misiles para su lanzamiento desde submarinos o en estaciones geoestacionarias en el espacio), y las supercomputadoras con tecnología basada en una sola oblea de silicio. Otras innovaciones como la fusión nuclear utilizando tecnología láser, la protección de cabezas nucleares en el espacio, los misiles balísticos con modernos motores de combustible sólido (entre ellos se mencionan los misiles balísticos intercontinentales MX, LGM-118A Peacekeeper, que serían aprobados e instalados con el apoyo de la administración Reagan), el software para la predicción y cálculo de los materiales utilizados en algunas armas nucleares, las bombas ‘cerebro’ (bombas nucleares cuya radiación es capaz de incapacitar a toda una población sin matarla)… son también mencionadas en esta obra, pero sin entrar en muchos detalles técnicos debido al secretismo que siempre ha rodeado a la avanzada tecnología militar estadounidense. Como los bibliófilos lectores de Lux Atenea podrán comprobar, el libro “La Verdadera Guerra de las Galaxias” casi se termina transformando en el diario de este periodista del New York Times especializado en temas científicos, tras la oportunidad que tuvo de visitar las modernas instalaciones del Laboratorio Nacional de Livermore (situadas en el Estado de California), pudiendo hablar con parte de los científicos y de los mandos responsables de aquel colosal esfuerzo militar orientado a la defensa antimisiles. Un ambiente de trabajo que le dejaría impresionado debido a esa extraña combinación de máximo esfuerzo y de genialidad mostrada por aquel grupo de científicos mayoritariamente joven. Una disponibilidad de fondos económicos y de alta tecnología a su alcance que únicamente puede encontrar un científico dentro del campo de la investigación militar. Algunos científicos ya míticos en la historia de la tecnología nuclear estadounidense como el físico Edward Teller (1908-2003), padre de la bomba de hidrógeno, adquieren una destacada relevancia en estas páginas debido a su decidido apoyo a esta clase de armas defensivas destinadas a proteger a los Estados Unidos de América ante posibles ataques nucleares contra su población (o contra sus instalaciones militares) mediante el uso de misiles balísticos intercontinentales.

SDI INICIATIVA DE DEFENSA ESTRATEGICA

Cuando el proyecto SDI empezó a tomar forma a través de la aplicación de una serie de avanzadas tecnologías en el desarrollo de la Defensa, el escudo antimisiles fue concebido y dimensionado en tres fases fundamentales independientes entre sí, pero escalonadas en su función defensiva tanto en la destrucción de los misiles balísticos lanzados, como en la eliminación de cada una de las cabezas nucleares en el espacio que supusieran un peligro. Ante un ataque nuclear soviético, en este escudo antimisiles se activaría una primera fase formada por satélites de detección de lanzamiento de misiles balísticos desde el territorio soviético, y que pondría en marcha todo este sistema de defensa activando una serie de estaciones espaciales dotadas con varios láser de rayos X, cuyo disparo trataría de destruir los misiles balísticos lanzados antes de que pudieran soltar sus cabezas nucleares en el espacio. Si algunos misiles lograban traspasar esta primera línea de defensa, una segunda fase se activaría detectando qué ojivas no eran más que señuelos destinados a burlar el sistema defensivo y qué ojivas nucleares eran verdaderas, procediendo a su destrucción mediante otro sistema de armas. Las cabezas nucleares que hubieran logrado traspasar este segundo nivel defensivo se encontrarían con una tercera fase del escudo antimisiles durante el tiempo de llegada a su destino. En esta última fase, radares, misiles, y armas de alta energía tratarían de eliminar las ojivas nucleares antes de que pudieran detonar el explosivo nuclear sobre sus objetivos. Como se puede comprobar, el uso de alta tecnología en terrenos científicos como la informática, las comunicaciones, la óptica, la aeronáutica, o la física nuclear se convirtieron en la esencia fundamental de este proyecto militar, tratando de alcanzar con éxito aquellos ambiciosos planes. En este sistema de Defensa de carácter militar, los riesgos no solo aparecieron a nivel científico y tecnológico, sino a nivel de la toma de decisión política debido a los escasos 100 segundos que disponía el presidente de los Estados Unidos de América para decidir si activaba o no este escudo antimisiles para evitar un ataque nuclear soviético. A nivel militar, la instalación de este escudo antimisiles también podía suponer una nueva escalada nuclear en el espacio, ya que esta tecnología de Defensa podía tener aplicaciones ofensivas, activando una posible guerra nuclear preventiva por parte de los dirigentes soviéticos (acto que precisamente trataba de evitar) antes de que el escudo estuviera plenamente operativo, debido a la posibilidad de que fueran atacados sin posibilidad de respuesta.

Presidente Ronald Reagan en Berlin

En las páginas de este libro, los cultos lectores de Lux Atenea comprobarán cómo su autor también ha sabido reflejar los miedos, incluso dentro de la propia comunidad científica estadounidense, respecto al despliegue de este escudo antimisiles debido a la posible ruptura del equilibrio de fuerzas que el MAD (Mutual Assured Destruction, Destrucción Mutua Asegurada) estaba garantizando a los dos bloques ante un ataque nuclear entre ellos y, mediante el cual, ninguna de las dos potencias atacaría a la otra porque sus poderosas fuerzas nucleares garantizaban la completa aniquilación del rival en caso de recibir un ataque. Pero, con aquel escudo antimisiles puesto en servicio, el MAD quedaría obsoleto al permitir a una de las partes anular el ataque del otro con misiles balísticos intercontinentales, dejando la posibilidad de lanzar un ataque preventivo al tener la seguridad de estar protegido en caso de que respondieran lanzando sus ojivas nucleares, siendo mayormente destruidas antes de llegar a sus objetivos. Al final, la realidad del programa SDI fue que provocó un aumento de los gastos militares en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, convirtiéndose en un esfuerzo financiero más aplicado a su maltrecha economía nacional que terminó provocando su colapso, y cuyo efecto inmediato fue el hundimiento de todo el bloque comunista en Europa tras la caída del Muro de Berlín (9 de noviembre de 1989). Dentro de la estrategia llevada a cabo por el presidente Ronald Reagan, y que llevó a los soviéticos a su ruina económica por el incremento en los gastos militares que eran necesarios para contrarrestar el poder militar estadounidense, proyectos como el SDI fueron fundamentales para embarcar a los soviéticos en aventuras tecnológicas y militares de alto coste que no podían asumir. Tras el colapso del bloque comunista, el SDI dejó de tener su razón de ser hasta quedar en la Historia Militar de los EE.UU como uno de los esfuerzos económicos, científicos, y militares más revolucionarios y avanzados que jamás se hayan propuesto poner en funcionamiento. Innovaciones científicas que tendrían su recompensa en multitud de aplicaciones tecnológicas que, gracias a los generosos fondos destinados a este proyecto, permitieron realizar una gran expansión de la tecnología civil y militar Made in USA en todo el mundo. Como siempre ha sucedido a lo largo de la Historia de la Humanidad, los avances científicos y tecnológicos han aumentado considerablemente en tiempos de guerra (o durante el conflicto entre naciones), cambiando el mundo con la implementación de los avances obtenidos gracias al fruto conseguido tras los nuevos descubrimientos realizados. “La Verdadera Guerra de las Galaxias (El Proyecto SDI)”, cuando la Ciencia es capaz de crear armas tan avanzadas que parecen más propias de la ciencia-ficción. ¡¡¡Disfrútenlo!!!

“Incluso el presidente Reagan aludió a este peligro en su discurso de marzo de 1983: ‘Reconozco claramente que los sistemas defensivos tienen limitaciones y suscitan ciertos problemas y ambigüedades. Si se los empareja con sistemas ofensivos, puede considerarse que fomentan una política agresiva, y eso nadie lo desea’.”

LA VERDADERA GUERRA DE LAS GALAXIAS PROYECTO SDI INICIATIVA DE DEFENSA ESTRATEGICA - WILLIAM J BROAD

Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.

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