Reseña Cultural: 1786 // Reseña Literaria: 310
Reseña actualizada. Publicada el 6 de noviembre del año 2006 en Lux Atenea.
Publicado por: IGITUR
ISBN: 84-95142-05-8
Edición: 2000 (EDICIÓN COMPRADA)
“… que en mí estaba
tu peligrosa ley: ser vasto y diverso
y a la vez constante:
y vaciarme así de toda suciedad”
En la avanzada civilización actual hemos perdido todo, hasta el cielo no parece el mismo. Por este motivo, palabras de insatisfacción de una vida que no llena, que no alcanza a embriagar ni en su más remota intención, se convierten en faros que iluminan nuestra existencia en busca del origen, de la raíz primigenia. Así es “Huesos de Sepia”, palabras que no son desilusión, sino experiencia; que no son pesimistas, sino reales; y que no te impregnan de soledad, sino de trascendencia. En esta magna obra, los bibliófilos lectores de Lux Atenea observarán como sus versos tienen luz, tienen color, pero no con brillo sino con este tamizado mate. Unas líneas escritas donde la juventud se observa con la misma desconfianza de una falsa promesa, y cuya intención, aunque fuera buena, se acaba corrompiendo. Un mundo mostrado como un cielo nocturno bajo el cual permanecemos sumidos en la oscuridad absoluta, y que nos sobrecoge cuando un rayo lo ilumina. Mientras leemos “Huesos de Sepia”, la sensación de tener un cristal delante de los ojos que nos hace ver las cosas de una determinada forma, se hace constante y casi irritante. Un misterio de la vida cuyo mensaje se encuentra alrededor nuestro, pero siempre esquivo a nuestra mirada, y por rápidos que sean nuestros movimientos para observarlo, sólo podemos intuirlo a través del rabillo del ojo porque se asoma con ojos burlones y, una fracción de segundo después, deja de estar allí, disolviéndose. Los versos de Eugenio Montale hablan de una vida que nos sonríe pero enseñándonos sus brillantes y afilados colmillos propios de un hambriento y salvaje depredador, y en nuestra activa búsqueda del sentido de la vida, cada vez estamos más convencidos que la creciente pereza nos invade.
Eugenio Montale (1896-1981) es metáfora en manos de símbolos que se muestran claramente con lo obvio para que no conozcamos su sentido, su flecha indicadora, para que sigamos perdidos en el Reino de las Apariencias. Eugenio Montale es un poeta sumergido en el Hermetismo, dentro del cual se mueve tan ágil y seguro como un delfín a lo largo y ancho del mar Mediterráneo. En “Huesos de Sepia” comprobarán cómo el fuego no quema, enseña; cómo la luz no ilumina, guía; y cómo el aire no nos ahoga, sino que nos eleva poco a poco hacia el Cielo. Sin olvidar nunca que el poeta es soledad, pero una soledad sabia y experta, y sus versos aparecen como rayos X revelando nuestro interior en las páginas que los contienen con todos nuestros defectos y virtudes al descubierto. Eugenio Montale es Isis desnuda, la Esfinge mandándonos callar, piedras de monasterio sellando nuestra habitación, letras de un libro secreto difuminándose tras pasar a formar parte de nuestra alma. Eugenio Montale es el surco, necesario para el nacimiento, para desenterrar lo tapado, para romper la llanura inhóspita y vacía, y para dominar la tierra que nos vio por primera vez pensar en la muerte. Aquí las lágrimas lucen como soles, las conversaciones con palabras todo lo cambian y ensucian, los silencios susurran en nuestros oídos los secretos del Universo, y las risas te crucifican con solo oírlas una vez. Versos que te horadan el espíritu como hambrientas carcomas escondidas en la madera de un relicario, poemas manifestándose en saludos que son realmente insultos bañados en el chocolate de la envidia, u objetos que nos encadenan al engaño junto a sueños que matan como el veneno letal inyectado con la mordedura de una serpiente acorralada. Y dónde queda la felicidad en “Huesos de Sepia”. En estos poemas es agua de vida para beber que se evapora de nuestras manos para transformarse en negras nubes, y volver a precipitarse sobre nosotros cuando los designios vuelvan a encadenarse, llenando otra vez las mismas manos. Un agua que une a Eugenio Montale con el mar, sentido como un espejo en el cual comprueba la ley que lo gobierna y rige: la ley del mar más salvaje e inescrutable. “Huesos de Sepia”, versos sobre una existencia revelada que ya no fija a la vida y, al final de todo, únicamente deja como poso esta sensación vital tan inútil como una polvorienta tela de araña que ha dejado de ser pegajosa y peligrosa, y ya no puede atrapar en ella a la solitaria luciérnaga. ¡¡¡Disfrútenlo!!!
“Después, como en una pantalla aparecerán de golpe
árboles casas colinas para el engaño usual.
Pero será demasiado tarde; y me iré callado
entre los hombres que no se vuelven, con mi secreto.”
Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.
Debe estar conectado para enviar un comentario.