Reseña Cultural nº: 3 // Reseña Literaria nº: 1
Reseña actualizada. Publicada el 12 de noviembre del año 2006 en Lux Atenea.
Publicado por : Pegasus Publishing Limited
ISBN : 1 873892 01 2
Edición : 1991 (EDICIÓN COMPRADA)
Han pasado ya muchos años desde que la década de los ochenta llegó a su fin, pero su recuerdo en la escena musical gótica sigue estando viva y latente en el presente como nunca antes. Los ochenta, una década incomparable e irrepetible que viene siendo venerada a través del constante recuerdo en sesiones musicales y de la permanente presencia de algunos de estos grupos musicales en conciertos, porque marcaron y definieron una época. Un estilo musical único cuya vigente etiqueta ‘old-school’ lo dice todo al melómano lector de Lux Atenea. Por este motivo, un ilustre y grandioso libro como “Gothic Rock” ha de tener una destacada presencia en esta págica personal digital dedicada a la Cultura Non-Mainstream ya que, con el paso de los años, este documento escrito se ha convertido en la obra literaria de referencia por excelencia, además de ser de obligada lectura para quienes seguimos adorando esos años que vivimos en tan apasionante escena. Para aquellos lectores de Lux Atenea que, por su edad, no tuvieron ocasión de poder disfrutar a estos grupos musicales en esta Edad Dorada de la Música Gótica, y a estos artistas en su mayor despliegue de creatividad e innovación, como analista musical non-mainstream siempre recomendaré el libro “Gothic Rock” e invitaré a recorrer estas ilustres y reveladoras páginas para que puedan hacerse una idea aproximada y veraz de lo que fueron esos años irrepetibles.
Escrito por Mick Mercer, el ilustre maestro por excelencia para todos los analistas musicales que hemos vivido a partir de entonces con la esperanza y con la ilusión de ser algún día uno de sus discípulos conceptuales como melómanos, su grandioso libro “Gothic Rock” se ha convertido en la Biblia de la Música Gótica por excelencia, marcando indeleblemente a nuestra generación. El arte y la sensibilidad de Mick Mercer a la hora de concebir, de vertebrar, y de dar siniestra belleza lírica y visual a esta escena obscura acabó perfilando y puliendo con maestría esta obra literaria donde se condensa lo que fue esa época, lo que se movió musicalmente en esta escena, lo que se sintió intensamente en este ambiente cultural transgresor y de vanguardia, dejando constancia en estas páginas sobre todo aquello que se valoró y se endiosó artísticamente en esta era de auténtico esplendor musical. Dentro de la escena musical gótica, de la escena musical siniestra como se llamaba entonces en España, en esta década de los ochenta quienes nos movíamos dentro de esta escena adorábamos a estos grupos musicales, se idolatraba a sus músicos, se valoraba y se sentía cada una de sus obras con pasión. Aquellos artistas nos fascinaron con sus obras musicales de vanguardia, nos hipnotizaron con esta música absolutamente distinta a la escena musical mainstream reinante entonces en la sociedad. Además, con la obscura y siniestra estética que les caracterizaron visualmente, crearon cánones de belleza y de estilo a la hora de vestir en sus fieles seguidores. Pero, sobre todo, estos artistas hablaron directamente a nuestra alma a través del mensaje contenido en las letras de sus temas musicales donde la lírica dejaba constancia de lo que clara e íntimamente éramos nosotros, de lo que pensábamos, de lo que amábamos, y de lo que aborrecíamos y rechazábamos. En sus obras musicales, que venimos adorando desde entonces en cada nueva audición, estos grupos y artistas musicales no cantaban e interpretan melodías ya eternas, sino que nos hablaban con absoluta complicidad sobre ese ideal que teníamos en propiedad en nuestro interior, en nuestra soledad. Porque la persona gótica siempre estará unida a la soledad, a la incomprensión por parte de una sociedad que estaba a un lado, y nosotros, al otro en cualquier aspecto de la vida, ya fuera ética, moral, familiar, profesional, o incluso, en relación con aquellas aspiraciones personales que cada uno tenemos. Dentro de la escena gótica de aquella época, de aquella década de los ochenta, estábamos allí todos unidos alrededor de una misma perspectiva, alrededor de una misma visión del mundo en el que vivíamos, pero cada uno con su propia particularidad personal porque la persona gótica es individualista. Un todo existencial, diferencial, y único. Y, a la hora de describir este entorno musical y cultural, Mick Mercer en un auténtico maestro que sabe cómo sumergirte en esos ambientes de intensa carga emocional y sentimental.
En aquella época en España, nosotros no éramos góticos sino siniestros, y nadie cuestionaba en la escena si éramos góticos o no. La escena gótica era una hermandad multiforme en cuanto a gustos y a estética, pero unida por esta atracción irresistible a la belleza siniestra reflejada en música, estética, y, en un porcentaje menor de personas, hacia esta cultura con la cual nos sentíamos (y sentimos) identificados. Un reconocimiento artístico en cuanto al sentido de nuestras vidas. Cada grupo de personas dentro de esta escena quería aportar su granito de arena en mayor o menor medida, y potenciar este mundo musical que era, al fin al cabo, nuestro amado mundo musical. Y es que, en los ochenta, no se discutía sobre si éramos góticos (siniestros) o no. En aquellos años se discutía dentro de la escena gótica española sobre si la electrónica era o no gótica. En aquella década discutían los amantes del rock gótico con los amantes del dark-electro y el tecno, y a quienes nos apasionaban todos estos estilos musicales también conversábamos para hacer comprender que estos estilos bien podían incluirse dentro de la escena músical gótica. Pero también es verdad que, en aquellos años, nos movíamos todos a una porque éramos un colectivo donde cada uno aportaba su propia perspectiva sin dejar de formar parte del grupo. En el fondo, éramos muchas individualidades unidas por una misma perspectiva global de lo gótico a través de la cual ver la vida. Se hacía piña frente a los problemas, aunque luego entre diferentes grupos de personas hubiera sus tiranteces. Y lo que más diferenciaba a las personas que formábamos parte de esta escena gótica respecto a la escena actual gótica es que, en esos años, cada uno de nosotros íbamos a los locales y a las salas musicales para divertirnos, para vivir una noche única y especial, y no a que nos divirtieran. Parece lo mismo, pero créame el melómano lector de Lux Atenea que no es lo mismo. Ese no limits nocturno dentro de los ambientes góticos también ha quedado reflejado en este libro tan espectacular y visualmente atrayente. Y ese espíritu colectivo no se ha vuelto a repetir desde entonces, a pesar de las décadas que han pasado ya.
Otra de las características que marcan totalmente la diferencia entre la escena gótica de la década de los ochenta respecto a otras escenas góticas posteriores, es la posición de auténtico privilegio que tenía la mujer gótica dentro de esta escena. En aquella época, era respetada, admirada, y, en algunos casos, hasta idolatrada, porque la individualidad y la personalidad de la mujer gótica marcaba las diferencias. Música y gestos, diversión y seriedad, se combinaban para hacer del instante, un momento especial, y era todo un placer el poder ver a estas mujeres góticas deslumbrando con su estética, ya fueran vestidas de damas medievales, con negros encajes mientras transmitían esa magia tan especial en locales y conciertos, o con los irresistibles cardados de pelo que desafiaban a la gravedad (y sus consiguientes retoques con sprays de laca en los servicios de los locales y de las salas musicales). Sin duda alguna, esa imagen era seductoramente encantadora. Imágenes imborrables para quienes hemos vivido aquella época que ya forma parte del pasado de esta escena gótica, teniendo también su espacio en esta ilustre obra escrita por Mick Mercer en relación a la escena gótica británica. Ahora todo es distinto. Sobre todo, como analista cultural y musical, me sigue sorprendiendo en la actualidad que la gente dentro de esta escena se cuestione si se es gótico o no. Creo que uno debe de tener muy claro lo que es. Aunque tiene cierta lógica ese cuestionamiento, sabiendo que la escena gótica española se ha poblado de intrusos (estéticamente muy góticos ellos) que se dedican a manipularla y distorsionarla, a promocionar y a transmitir una imagen pública de lo gótico que no se corresponde con la realidad. Pero bueno, éste sería otro tema a tratar al margen del análisis de este libro. Escrito íntegramente en inglés, “Gothic Rock” es un libro que me encanta por su subjetividad. Cuando lean apasionadamente estas páginas, comprobarán la visión tan particular de esa escena gótica que tiene Mick Mercer, y esta subjetividad nos ofrece una perspectiva muy interesante que te ilustra y te informa con honestidad. Un auténtico tesoro cultural generacional. Un espectacular archivo documental del espíritu gótico donde la fascinante colección de imágenes integrada en sus páginas tiene un valor incalculable para quienes amamos esta escena musical, y para quienes lo pudimos vivir en vivo. “Gothic Rock”, para toda alma gótica, la adquisición de esta obra literaria es indiscutiblemente imprescindible. ¡¡¡Disfrútenlo!!!
Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.
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