“LA TROIKA Y LOS 40 LADRONES”, SANTIAGO CAMACHO (Reseña #1597).

Reseña Cultural: 1597 // Reseña Literaria: 258
Reseña actualizada. Publicada el 16 de julio del año 2012 en Lux Atenea.

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Esta reseña ha sido escrita por un ser humano, no por una Inteligencia Artificial / This review is a human writing, not an Artificial Intelligence writing

Quiero dar las gracias a la editorial LA ESFERA DE LOS LIBROS por su cortesía al enviarme este promocional físico.

Publicado por: LA ESFERA DE LOS LIBROS, S.L.
ISBN: 84-9970-373-2
Edición: 2012 (RECIBIDO COMO PROMOCIONAL)
Páginas: 402

LA TROIKA y los 40 ladrones SANTIAGO CAMACHO

Antes de comenzar a analizar el interesante libro “La Troika y los 40 Ladrones”, escrito por el periodista e informador Santiago Camacho, quisiera comentar a los bibliófilos lectores de Lux Atenea algunos conceptos que creo que son fundamentales a la hora de abordar la lectura y el análisis de una obra de temática económica actual. Tomar a la ética y a la moral como base fundamental de las prácticas empresariales modernas (o más bien posmodernas) me parece absurdo, ya que la ética y la moral solamente pertenecen al ámbito social, cultural, y sobre todo religioso, pero no al económico. El ámbito económico no se rige ni por la ética ni por la moral, sino por esa visión abstracta pero muy clara para los hombres de negocios que se llama confianza, y por las legislaciones existentes en cada país o por las leyes y normas definidas en los acuerdos internacionales ya firmados. Es fundamental conocer que la trayectoria económica que hemos experimentado en Europa a lo largo de los últimos siglos nos ha hecho evolucionar de una sociedad agrícola y tradicional a otra industrial y laica, y que de esa sociedad industrial (íntimamente relacionada con la sociedad de consumo y con la sociedad del Bienestar en Occidente) hemos pasado recientemente a una sociedad especulativa a la hora de generar riqueza. Y esa es precisamente la raíz fundamental de esta grave crisis que estamos teniendo debido al abuso especulativo realizado por los grandes capitales a través de inversiones, de movimientos bursátiles, y de la manipulación interesada de mercados en todo el mundo inteligentemente engordados y enmascarados posteriormente, por ejemplo, en la crisis actual tras las famosas subprime y tras el acceso masivo al crédito sin límite y sin garantía de devolución de la deuda adquirida.

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En un mundo de los negocios donde la desregulación, o sea, ausencia de normas y de leyes que lo limiten y controlen, se ha convertido en el pan nuestro de cada día para el mundo de la especulación a nivel mundial, ¿alguien podía pensar que los grandes poderes económicos iban a dudar un segundo en aprovechar cualquier oportunidad que se les presente para ganar auténticas fortunas en muy poco tiempo? Por este motivo, no deja de sorprenderme que siga habiendo ese residuo del pensamiento tradicional (religioso) en la sociedad occidental del siglo XXI donde al especulador se le exige una ética, una moral, y un autocontrol en su instinto para obtener grandes ganancias económicas en poco tiempo. Una visión infantil del mundo económico actual comparable a exigir a un goloso (especulador) que solamente pruebe un trozo de tarta (dinero) en una pastelería “desregulada” donde puede comer (quedarse) con lo que quiera sin tener que dar explicaciones a nadie. Las tartas (capitales) y pasteles varios (inversiones, acciones, hipotecas, bonos, créditos…) van a estar ahí, y si no se los come él, otros golosos (especuladores) vendrán para darles buena cuenta. Si luego el pastelero (sociedad) se queda fuertemente endeudado, o en la ruina, porque no ingresa dinero (ni genera beneficio) con su pastelería “desregulada” y tiene que echar el cierre directamente, y malvender lo poco que le quede, ¿a qué lector de Lux Atenea le puede sorprender el estado final de ese negocio a nivel económico? Como comprenderán, no puedo juzgar ni a unos por aprovecharse de ese dinero fácil amparándose en una oportunidad histórica, ni a otros por tener un negocio desregulado que les lleva irremediablemente a la ruina. Las reglas del juego económico vigente en todo el mundo son las que hay, y si una empresa no aprovecha sus bazas y sus oportunidades en pro de lo éticamente correcto, otra empresa vendrá para dejarles sin nada y, como no, también para dejarles con cara de tontos por no haber jugado sus cartas con esa inteligencia tan necesaria para los grandes y lucrativos negocios que, día tras día, se están cerrando en todo el planeta.

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Después de leer detenidamente todas estas páginas. Después de haber analizado todos estos datos y las conclusiones a las cuales Santiago Camacho ha terminado llegando. Después de informarme sobre la veracidad de toda esta información aportada por el autor en este libro, de la cual solamente puedo decir en su conjunto que es un excelente trabajo periodístico, que el lector de este libro pueda simplificar de forma un tanto ‘religiosa y tradicionalista’ que los buenos son los ciudadanos y los malos son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio, el Consenso de Washington… me parece demasiado simplista y sumamente erróneo. Creo más bien que todos, de una forma u otra han matado a la sociedad del Bienestar en la cual los ciudadanos occidentales hemos estado viviendo y prosperando desde la década de los sesenta (les recuerdo de nuevo a los cultos lectores de Lux Atenea que nuestra sociedad del Bienestar está íntimamente ligada a la sociedad industrial), pero tras la caída del Muro de Berlín y tras el agotamiento de las grandes fuentes de riqueza de las que disfrutaron las prósperas naciones occidentales (por consiguiente, una riqueza que sostuvo a esta sociedad del Bienestar consumiendo libremente y de forma barata los recursos de todo el planeta para su uso y disfrute), lo que está claro es que la desregulación de mercados en una sociedad post-industrial, o sea, en una sociedad especulativa, nos llevará siempre a crisis de esta gravedad o a otras mayores aún.

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Lo que sí es imperdonable después de estos años tan difíciles que estamos viviendo actualmente, es que otra crisis bursátil y especulativa de impacto internacional ya la vivimos en el siglo XX cerrando la alegre y libertina década de los veinte, década conocida en nuestra Historia como ‘los felices años veinte’ (les suena de algo esa alegría económica). Una alegre década de los veinte que dejaría como legado a la década de los treinta unos años del paro masivo en la población occidental, hiperinflación, y deflación económica para muchas naciones, caída de imperios empresariales y bancarios, el nacimiento de otras grandes y poderosas empresas multinacionales que aún perduran… y, como no, también plantó la semilla social y política de un conflicto mundial que cambiaría radicalmente a la sociedad occidental hasta nuestros días. Un modelo de sociedad y de economía occidental postbélica (sociedad del Bienestar) cuyo futuro está quedando actualmente en entredicho y sin crédito alguno (nunca mejor dicho) en esta crisis económica que estamos padeciendo en Occidente y en todo el mundo.

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Tras haber leído y analizado este interesante libro, no he podido evitar que me vinieran algunas preguntas a la mente pensando en la reacción de los ciudadanos y de la sociedad en general ante esta crisis económica de origen inexorablemente e inconfundiblemente especulativo: ¿alguien se pensaba que la deslocalización industrial en Occidente iba a significar elevar el nivel de vida en nuestra sociedad del Bienestar que depende de la consolidación de una sociedad industrial? ¿De donde creen que ha salido esa riqueza nacional extra en las dos últimas décadas de crecimiento, y que ha seguido sosteniendo esta sociedad del Bienestar o incluso la ha ampliado socialmente? ¿De verdad creían que la explotación barata y alegre de recursos en todo el planeta para mantener nuestra prosperidad no iba a pasar factura? ¿Creen que la entrada de países industriales emergentes no iba a suponer el encarecimiento de bienes y de materias primas que necesitamos para mantener nuestro nivel de vida? ¿Pensaban que el libre comercio internacional iba a suponer mayor riqueza para los ciudadanos occidentales teniendo en cuenta la deslocalización industrial y la competencia a precios extremadamente bajos de los productos fabricados en China, Corea del Sur… cada vez más avanzados tecnológicamente? ¿Con qué dinero va a pagar un ciudadano occidental ese producto barato si está en paro y endeudado? ¿No ven que Asia está sufriendo mucho menos esta crisis debido a su base industrial y a su disposición a pagar el precio que sea por las materias primas que necesita, como en el caso de China? Creo que no hace falta que siga escribiendo más y más preguntas sobre la responsabilidad política y social occidental en su conjunto que nos ha llevado realmente a esta crisis económica. Insisto en que es muy simplista y, hasta cierto punto injusto, que se señale únicamente a los bancos y a los organismos internacionales de inversión y de comercio como los culpables de todo esto. Si la sociedad occidental no aprendió la lección de los felices años veinte y de la Gran Depresión que trajo consigo, es lógico que haya estallado esta crisis de nuevo.

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De la Historia, si la sociedad en su conjunto no aprende de sus lecciones, es inevitable que vuelva a caer en los mismos errores del pasado como lo estamos comprobando en estos años de crisis que estamos viviendo. La única diferencia es que el tamaño de la burbuja económica que estalló en la Gran Depresión es sencillamente una pequeña burbujita en comparación con la actual debido a la internacionalización y al libre movimiento de capitales en todo el mundo en la actualidad. Una libertad y una capacidad para impactar económicamente infinitamente superior a la capacidad que tenían los grandes capitales antes y durante la Gran Depresión. Actualmente, el dinero un día puede estar aquí y mañana mismo puede estar en la otra punta del planeta. Ya no hace falta tener ni grandes sumas de dinero en efectivo, ni bienes de alto valor, ni metales preciosos y/o piedras preciosas que llevar consigo. Simplemente es necesario teclear unos números en un ordenador y llevar esas cifras de un lugar a otro del planeta para transferir ese dinero. Así de sencilla y así de fácil funciona la economía mundial al más alto nivel. Además, estos capitales están mayoritariamente desregulados por lo que circulan por todo el mundo sin ningún tipo de control. ¿A alguien le puede sorprender esta crisis especulativa magníficamente descrita por Santiago Camacho en este libro? A mí no. ¿Alguien cree de verdad que algún líder político será capaz de controlarlo y regularlo? “La Troika y los 40 Ladrones”, una inquietante obra sobre la realidad económica en la que se sostiene actualmente más del 80 por ciento del comercio mundial. ¡¡¡Disfrútenlo!!!

LA TROIKA Y LOS 40 LADRONES - SANTIAGO CAMACHO

Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.

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