Reseña Cultural nº: 35 // Reseña Media nº: 3
Reseña actualizada. Publicada en Lux Atenea el 25 de noviembre del año 2010.
Director: DAVID LYNCH Guión: DAVID LYNCH y BARRY GIFFORD
Actores principales: PATRICIA ARQUETTE (Renee Madison / Alice Wakefield), BILL PULLMAN (Fred Madison), BALTHAZAR GETTY (Pete Dayton), ROBERT BLAKE (hombre misterioso), ROBERT LOGGIA (Mr. Eddy / Dick Laurent), MICHAEL MASSEE (Andy), JACK NANCE (Phil), RICHARD PRYOR (Arnie), GARY BUSEY (Bill Dayton), NATASHA GREGSON (Sheila)
País: EE.UU Año: 1996 Productora: LOST HIGWAY PRODUCTIONS. INC. Duración aprox.: 123 minutos
Publicado en España por: CAMEO MEDIA, S.L. AÑO: 2006 Formato: CAJA 2 DVD´s EDICIÓN LIMITADA (EDICIÓN COMPRADA)
Lo primero que me gustaría decir al culto lector de Lux Atenea antes de que siga leyendo esta reseña cinematográfica es que, personalmente, considero y valoro a la película “Carretera Perdida (Lost Highway)” como la película más extraordinaria y excelsa que haya disfrutado nunca entre todas las grandiosas obras del Séptimo Arte que he visualizado hasta el momento. Una mirada subjetiva que, indiscutiblemente, condicionará este análisis artístico debido al estado de absoluta fascinación que esta película me provoca cada vez que la vuelvo a disfrutar. “Carretera Perdida (Lost Highway)” ha sido la única película que, a día de hoy, he ido a verla en cinco ocasiones a una sala de cine desde su estreno, y no dejaría pasar la oportunidad de repetir esta experiencia si en España hubiera salas de cine que proyectaran películas clásicas y de culto, e incluyera este largometraje en cartelera. Y es que la virtuosa genialidad artística que el director estadounidense David Lynch nos muestra en cada una de sus obras cinematográficas, eleva aún más la grandeza del cine non-mainstream a través de escenas únicas que quedan grabadas en el inconsciente de todo espectador que las presencia. Esta es la magia del Séptimo Arte aplicada a la imagen, a la trama, a la estética propia de un estilo único a través del cual David Lynch nos hace ver el mundo con los ojos de ese ser humano real, alejado de las falsas esencias espirituales con las cuales le gusta ser retratado y que son más propias de fantasías mitológicas y moralidad religiosa, que de la auténtica realidad del ser humano como retorcida e implacable especie depredadora de su propia especie. Dentro de esta difícil y complicada temática psicológica y espiritual abordada por el maestro David Lynch en alguna de sus películas, “Carretera Perdida (Lost Highway)” destaca por encima de todas ellas por su crudeza a la hora de mostrar la siniestra y cruel realidad de lo cotidiano. Al cinéfilo lector de Lux Atenea no le hace falta irse muy lejos del lugar donde vive para encontrar a personas con existencias tan trágicas y corruptas como las aquí mostradas, y solamente hace falta analizar un poco cómo está nuestro mundo en el siglo XXI para ver a David Lynch más como un incómodo revelador de esa realidad oculta, de todo aquello que no queremos ver ni conocer, que como un talentoso director de cine que hace películas con tramas complejas, escenas impactantes, y poso conceptual muy obscuro sin más pretensiones.
Cuando disfruté esta colosal e inquietante película el día de su estreno oficial en una sala de cine madrileña, fue toda una sorpresa el poder encontrar en su magnífico reparto a actores de gran profesionalidad y categoría artística como Robert Blake, cuyo protagonismo en la serie “Baretta” es sencillamente inolvidable para las personas de mi generación. O a Robert Loggia, un impresionante actor con una fuerza para trasmitir credibilidad en pantalla cuando interpreta a personajes relacionados con la mafia, que ya hizo fijarme en su pasión interpretativa desde la primera vez que le vi actuar en la mítica serie de televisión “S.W.A.T. Los Hombres de Harrelson”. O Richard Pryor que, tristemente, esta fue su última aparición en un largometraje, pudiendo verle en “Carretera Perdida (Lost Highway)” dentro del taller mecánico de coches en una silla de ruedas debido a la esclerosis múltiple que padecía en aquel momento. Un actor de Hollywood que será inolvidable por las películas cómicas que protagonizó junto a otro gran actor como Gene Wilder. O también Michael Massee, un excelente actor de auténtico lujo cuando interpreta papeles de villano, de asesino, o de personas infames en una película y es que, con sólo verlo en pantalla, te crees de inmediato ese personaje. Al igual que Jack Nance, magnífico actor que ya es todo un clásico en el reparto de algunas de las películas y cortometrajes rodados por este genial director.
A la hora de ponerse a rodar una película, se nota que a David Lynch no le gusta trabajar con grandes estrellas situadas en lo más alto de la fama y del éxito. David Lynch quiere arte en sus películas, y no los focos o el famoseo de turno. Eso no quita que, para dar vida a los complejos personajes que protagonizan sus películas, pueda contar con algunos actores y actrices reconocidos internacionalmente por el público. Eso sí, si una actriz o un actor famoso entra en el reparto de una de sus películas, tengan por seguro que su exaltado Ego hace ya tiempo que quedó sosegado en pro de la calidad artística, de la entrega, y de la pasión interpretativa. Tanta entrega exige David Lynch a sus actores que, por ejemplo, no he vuelto a ver al actor Bill Pullman interpretar de tan manera magistral a un personaje en la gran pantalla, como dando vida al tenso y complejo personaje de Fred Madison en esta película. Y, por supuesto, en esta excelsa película sería imposible no mencionar la irresistible atracción que la actriz Patricia Arquette nos ofrece en varias escenas, dando ese toque de morbo y de glamour a un personaje que se mueve psicológicamente entre dos polos opuestos muy inestables: lo sensual y lo corrupto. Su interpretación del personaje dual Renee Madison / Alice Wakefield impecable, transmite realidad, dando profundidad y personalidad a esta femme fatal materialista e inmisericorde. Y si alguno de los cultos lectores se ha quedado perplejo y, a su vez, atraído por la enigmática presencia del Hombre Misterioso en “Carretera Perdida (Lost Highway)”, interpretado por el actor Robert Blake, también le aconsejaría que viera y disfrutara la película de culto “Carnival of Souls” ya reseñada en Lux Atenea, para adentrarse un poco más en las raíces conceptuales de ese personaje tan siniestro, tan risueñamente siniestro.
“Carretera Perdida (Lost Highway)” es un drama cinematográfico donde su misterio, donde el suspense, donde el plano existencial espiritual, dan solidez a esta intrigante trama que nos muestra a personas normales y cotidianas marcadas por un karma inflexible, y que, de forma cíclica sigue condicionando sus vidas aunque sus almas se reencarnen y vivan en otro cuerpo, en otra época, o en otras circunstancias. “Carretera Perdida (Lost Highway)” es un largometraje donde se señala a los seres humanos como individuos inexorablemente atraídos por el Mal, por todo lo perverso, por todo aquello que les llevará a la perdición a través del señuelo del placer, o de sentirse dueños de un destino que ya perdieron en el mismo momento de nacer. Una película de amores imposibles, de atracciones carnales imposibles de rechazar, de purezas imposibles de mantener. En resumidas cuentas, de felicidades imposibles de alcanzar aunque, aparentemente, puedan presentarse en momentos muy especiales en compañía de otras personas que también disfrutan engañándose a sí mismos a través del constante engorde de su Ego, eternamente insatisfecho. Este espectacular largometraje muestra la esencia del ser humano a través de sus crueles actos, viviendo un presente donde se creen dioses sobre la tierra porque pueden hacer todo lo que su caprichoso Ego quiere, sin pensar en ningún momento en las consecuencias que esas acciones traerán consigo tanto a ellos como a los demás.
Los fotogramas de “Carretera Perdida (Lost Highway)” destilan corrupción humana, huelen a insatisfacción crónica del individuo, resaltando especialmente a los siete pecados capitales como carta de presentación de nuestra especie en el mundo real en el que vivimos, aunque el espectador pueda no querer admitirlo a simple vista. Una extraordinaria película cuyas escenas irradian vigor y energía humana en personajes muy poderosos, ya que pueden comportarse en este mundo como jueces de todas aquellas personas que se cruzan en su camino, como si su presencia sobre la tierra estuviera tocada por un don divino que los situara más allá del Bien y del Mal. Individuos egoístas, insensibles y tenebrosos que aspiran a ser los nuevos dioses, y que, para conseguir ese objetivo, no dudarán un segundo en sacrificar lo que sea y a quien sea para poder lograrlo. Así de cruda y de real se presentará la película “Carretera Perdida (Lost Highway)” al culto lector de Lux Atenea tras haber convertido lo cotidiano en algo terriblemente opuesto a ese mundo feliz que, desde nuestra infancia, la sociedad trata de inculcarnos a través de la influencia familiar, de los amigos, de la religión, del mundo laboral, de las relaciones amorosas, de la vida familiar… En definitiva, en esta película lo cotidiano se presenta siempre como un Infierno, no porque a David Lynch le guste el Mal, sino porque este mundo es y ha sido siempre así de lúgubre y demoníaco desde el nacimiento del primer ser humano en este planeta. En “Carretera Perdida (Lost Highway)”, la Humanidad es mostrada así de maléficamente corrupta porque así es como le gusta vivir al ser humano en su sociedad, diseñando esa misma sociedad de acuerdo a principios absolutamente hipócritas cuyo objetivo es cubrir todas sus corruptelas. Basándonos en esos principios, e independientemente de la época o de la cultura que elijamos, comprobaremos siempre que quienes tienen el poder, inexorablemente lo ejercerán a voluntad y capricho sin que nadie pueda hacer nada por impedirlo. Aquellos que no lo tienen, aspiran a que algún día puedan estar ellos en el privilegiado lugar de quienes poseen ese mismo poder para hacer exactamente lo mismo. Y, en esta reseña cinematográfica, no les estoy hablando del poder desde el punto de vista de la política en particular, sino de todos los estratos que vertebran la sociedad en general. Un poder humano despótico que se presenta siempre en su más corrupta esencia ya sea en la familia, en las amistades, en el mundo laboral y de los negocios, en los placeres carnales… en todo aquello en lo que el ser humano fija su interés, y acaba moldeando a su gusto y capricho. Por este motivo, todo es cíclico en la obscura trama de esta película como si fuera la rueda del Destino que no para de girar y girar en el tiempo para volver siempre al principio, sin que nada haya cambiado.
Podía hablar de muchos otros planos artísticos de este complejo largometraje como, por ejemplo, en relación a su especacular banda sonora (ya reseñada en Lux Atenea) que, como analista cultural non-mainstream, valoro personalmente como la mejor y más excelsa que haya escuchado y disfrutado hasta el momento para engrandecer una película. En el fondo, “Carretera Perdida (Lost Highway)” es una obra cinematográfica de corte gótico, o más bien decadentista, donde el abanico visual y conceptual es tan abierto que tanto lo sensual como lo psicodélico, tanto lo violento como lo selecto, tanto lo visceral como lo racional, al final encuentran su sentido en esta jungla de emociones intensas que proyecta su oscura trama en el espectador. Además, a todos los lectores de Lux Atenea que quieran informarse más en profundidad sobre este mítico largometraje, les aconsejaría que adquirieran esta edición limitada publicada por Cameo Media ya que contiene un segundo DVD con extras, incluyendo dos interesantes entrevistas realizadas a David Lynch en los años 1996 y 2005, además de entrevistas a actores y actrices como Bill Pulman, Patricia Arquette, o Robert Loggia. “Carretera Perdida (Lost Highway)”, el universo Lynch adentrándose en la psicología humana para destapar todas sus inmundicias a través de la bella y siniestra estética de sus imágenes rodadas. ¡¡¡Disfrútenlo!!!
Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.
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