DANTE ALIGHIERI “LA DIVINA COMEDIA” (Reseña #2125).

Reseña Cultural: 2125 // Reseña Literaria: 600
Reseña actualizada. Publicada el 25 de abril del año 2011 en Lux Atenea.

Información Muy Importante / Very Important Information:
Esta reseña ha sido escrita por un ser humano, no por una Inteligencia Artificial / This review is a human writing, not an Artificial Intelligence writing

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Publicado por: EDITORIAL JUVENTUD
ISBN: 84-261-0782-6
Edición: 2001 (EDICIÓN COMPRADA)
Páginas: 360

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Publicado por: ESPASA CALPE
ISBN: 84-239-7333-6
Edición: 2002 (EDICIÓN COMPRADA)
Páginas: 529

“¡Oh paciencia de Dios, cuánto soportas!”

Personalmente, como analista cultural valoro a “La Divina Comedia” como la obra literaria más grandiosa por su excelencia artística. Libro considerado por los expertos como la obra cumbre de la literatura medieval, ya en la reseña del magnífico libro “El Enigma Fuerte” recomendaba su lectura a los bibliófilos lectores de Lux Atenea para poder comprender muchos de los secretos alquímicos y herméticos ocultos en sus páginas, si previamente habían leído “La Divina Comedia”. Teniendo en cuenta que, en una reseña, prácticamente es imposible abordar en profundidad un libro de las características de “La Divina Comedia”, la clave de tal imposibilidad viene dada por varios motivos de peso: por el análisis de los más de 14.000 versos escritos por este maestro florentino, por el sentido polisémico de esta obra (tiene varios mensajes inteligentemente superpuestos), y por su espíritu enigmático donde la inspiración creativa quedó enlazada a conceptos aparentemente difíciles de entender. Por este motivo, voy a invitarles a la lectura de esta obra inigualable y, si ya han leído y disfrutado este libro, si les incito a una nueva relectura también habré logrado el propósito cultural de esta reseña a través de este análisis orientado a la explicación global de su estructura, a la descripción de los símbolos más importantes que se van a encontrar en cada una de las tres fases principales de su desarrollo, y, sobre todo, a tratar de hacer que esta obra literaria sea un poco más asequible, comprensible, y atrayente. Entre todas las ediciones de “La Divina Comedia” que tengo en mi biblioteca, he seleccionado estas dos publicaciones por un motivo fundamental: la correcta explicación que se ha realizado en sus páginas sobre la gran mayoría de los personajes y hechos citados en el libro. Además, la edición publicada por la Editorial Juventud viene engalanada con este prólogo que es un auténtico lujo cultural, al haber sido escrito por uno de los genios de la literatura cuyas obras estoy teniendo el placer de reseñar en Lux Atenea: el ilustre escritor austriaco Stefan Zweig (1881-1942). Una perspectiva intelectual cuyas brillantes palabras serán del agrado del bibliófilo lector amante de las opiniones literarias más cultas y distinguidas.

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“…vi algunas almas encenagadas en aquel pantano, completamente desnudas y con irritado semblante. Se golpeaban no sólo con las manos, sino con la cabeza, con el pecho, con los pies, arrancándose la carne a pedazos con los dientes.”

“La Divina Comedia” es una obra marcada por el pensamiento medieval y por la visión cristiana del mundo. Tiene el honor de llevar ceñida la corona de Italia sobre sus páginas ya que, para escribir este libro, Dante Alighieri descartó el latín (lengua franca en Occidente en aquella época) como idioma con el cual crear esta obra literaria, decantándose por el uso del italiano antiguo (considerado entonces como ‘volgare’) y que será la semilla lingüística del italiano moderno. Debido a esta circunstancia, “La Divina Comedia” rápidamente se convertirá en el libro de obligada lectura en la mayor parte del territorio italiano y, a partir de entonces, pasa a ser denominado con el ilustre nombre de “Il Libro”. Una predisposición artística de Dante por el italiano antiguo que viene motivada por la falta de adaptación, de flexibilidad, y de amplitud conceptual del latín al observarlo como un idioma incompatible con sus ideas artísticas respecto al espíritu que quiere darle a su obra. “La Divina Comedia”, como fiel reflejo del cristianismo católico en su visión del universo regido por Dios, se encuentra dividida en tres grandes apartados o mundos: el Infierno, el Purgatorio, y el Paraíso. Además, una serie de cantos vertebran el cuerpo poético de esta obra, presentándose como una sucesión de pequeños relatos que, unidos, cohexionan esta odisea llevada a cabo por su principal protagonista, que no es otro que el propio Dante. Cada una de estas partes tienen sentido dentro de un Todo Divino global, siendo precisamente este ordenamiento tan preciso de cada uno de los cantos, lo que será la prueba, el reflejo, y la manifestación más clara de Dios como Creador.

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“La Divina Comedia” es una obra que nos describe, que nos informa, que nos advierte, que nos previene sobre la implacable Justicia Divina post-mortem que a todos nos depara. Un Dios que se impone por el uso de la Justicia Divina, de su Justicia aplicada a todos los seres humanos que incumplen sus leyes universales. Unas leyes que han de ser las leyes de los seres humanos, y que todo aquel que ose quebrantarlas en vida, tras su inevitable muerte, su alma habrá de sufrir las consecuencias de los actos impuros cometidos. En “La Divina Comedia”, quien no obedece e incumple las Leyes de Dios en vida, habrá de sufrir su castigo correspondiente tras la muerte y este es uno de los pilares conceptuales y religiosos principales de esta obra literaria. También, aquel que se arrepienta de los actos cometidos tendrá al Purgatorio como lugar donde poder limpiar su alma y hacerla digna ante Dios. El Purgatorio es el segundo pilar fundamental en esta obra, y aquellos cuyas vidas han seguido la senda de Dios, haciendo suyas sus leyes pese a las dificultades padecidas, tendrán finalmente como recompensa la elevación de sus almas al Cielo. Una vez allí, pasarán a formar parte del Reino de Dios. El Paraíso es el tercer pilar fundamental de “La Divina Comedia”, cuyo mensaje principal está sostenido con firmeza por la Justicia Divina omnipresente en toda la obra.

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“…esos que no tienen cabellos que cubran su cabeza fueron clérigos, papas y cardenales, a quienes les subyugó la avaricia.”

Como pueden comprobar los biliófilos lectores de Lux Atenea, describir el Infierno, el Purgatorio, y el Paraíso de “La Divina Comedia” de forma detallada en una reseña es imposible, pero sí puedo ofrecerles algunas claves con las cuales poder comprender algunos de sus principales misterios. Empecemos por el principio, por el Infierno. Quien guía a Dante, tanto en el Infierno como en el Purgatorio, no es otro que el poeta Virgilio. Cuando Dante se adentra en el Infierno, ha de atravesar una serie de zonas o círculos marcados por una característica que los define y los diferencia del resto. Cada círculo está habitado por una clase en concreto de pecadores y, a su vez, cada círculo contiene un suplicio o castigo acorde con el pecado cometido y que le es aplicado a sus moradores. Por este motivo, existe un círculo infernal donde van a parar los suicidas, otro donde van a parar los sacrílegos, otro donde van a parar los que desprecian a Dios… Dante y Virgilio, tras atravesar todos estos círculos a lomos de la bestia mitológica Gerión, se moverán desde el último círculo hacia las profundidades hasta llegar a la ciudad de Malebolge, cuyo nombre significa ‘fosas malditas’. Dante, guiado por Virgilio, atravesará las diferentes fosas infernales en cuyo interior reciben tormento los pecadores completamente desnudos y, al igual que en los círculos, cada fosa contiene una clase de pecador al cual se le aplica su correspondiente castigo. Unos macabros y siniestros lugares donde los aduladores, ladrones, jueces injustos, traidores… son torturados y mutilados de forma inmisericorde en cada una de estas fosas. En definitiva, el paseo de Dante por el Infierno se presenta como una horrorosa travesía entre suplicios y lamentos detalladamente descritos. Sin duda alguna, un paseo ‘dantesco’. Estas son algunas de las claves del Infierno con las cuales podrán entender los mensajes que Dante oculta tras algunos de los nombres y de los lugares mencionados en esta primera parte del libro:

Lucía: Gracia que ilumina.
Raquel: Símbolo de la vida contemplativa.
Las Siete murallas del castillo: Estas son la Justicia, la Fortaleza, la Templanza, la Prudencia, la Inteligencia, la Sabiduría, y la Ciencia.
Dite: Ciudad del dolor. Sobrenombre de Plutón.
Proserpina: La Luna. La reina del llanto eterno. Esposa de Plutón.
Medusa: Tiene el don de petrificar a las personas con su mirada. Representa el placer de los sentidos, los cuales, endurecen el corazón oscureciendo el entendimiento, o sea, anulando la inteligencia.
Estigia: Palabra griega que significa ‘odio, tristeza y horror’.
Perilo: Ateniense cuya invención fue un toro de bronce dispuesto de tal modo que, introduciendo en su interior a una persona y puesto sobre las llamas, los gritos de la víctima sonaban como los bramidos de un toro. Tras presentarlo al tirano Falaris, éste ordenó que Perilo fuese el primero en probarlo.
Tebas: Ciudad consagrada a Baco.
Flegetón: Río cuyas aguas no son otra cosa que sangre hirviendo.
Los Tres Vientos (vicios), principales generadores de todo mal: la soberbia, la envidia, y la avaricia.

El Infierno queda atrás. Dante y Virgilio ponen rumbo a su nueva etapa, el Purgatorio, lugar donde se purifican las almas para hacerlas valedoras del Paraíso. Allí conocerán a Catón, guía y custodia de este lugar, iniciando entonces la travesía del Purgatorio. Lo primero que Dante experimenta es el tremendo asombro que su presencia origina en las almas que allí se purifican debido a que Dante respira, y las almas, al no respirar, ven en ese acto el signo de su vida terrenal anterior. En la tierra se necesita respirar para poder vivir pero, en el Purgatorio, no es necesaria tal cualidad. El posterior encuentro con el ángel de Dios marcará el inicio de la ascensión de Dante hacia el Cielo, pero no será nada fácil. Escarpados barrancos, colosales rocas y vertiginosas subidas convertirán esta travesía en un viaje difícil y complicado hasta la cima. Tras el paso por el lugar donde se encuentran los pecadores con muerte violenta, y el encuentro con los dos ángeles armados con espadas de fuego, Virgilio y Dante llegarán a los tres escalones de color blanco, negro, y rojo. Allí será marcado el rostro de Dante con siete letras “P”, simbolizando cada una de ellas un pecado capital. Tras cruzar una puerta, se adentrará en un lugar desconocido formado por siete círculos y, por cada círculo que atraviesa, una “P” desaparece de su rostro. Haciendo hincapié en tan misterioso lugar, éste es el significado de cada uno de los círculos que Dante recorrerá: Purificación de la Vanidad (es la travesía más dificultosa) – Purificación de la Envidia (aquí Dante describe el fundamento de la envidia con suma exactitud) – Purificación de la Ira – Purificación de la Pereza – Purificación de la Avaricia – Purificación de la Gula – y Purificación de la Lujuria.

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“…y me alegraron más los males ajenos que mis propias venturas.”

Una vez dejan atrás esos siete círculos y habiendo quedado el rostro de Dante sin marca alguna, Virgilio se despide. Ante los ojos de Dante se presentan las aguas del Leteo (tienen la propiedad de borrar los recuerdos a quien las cruza) y del Eunoe (permiten no olvidar los recuerdos de las cosas buenas), las cuales ha de atravesar para llegar a la orilla del Paraíso. A partir de aquí, Dante seguirá en solitario en este viaje sin un guía que le oriente. Algunas de las claves existentes en la fase del Purgatorio son las siguientes:

Apolo y Diana: Sus símbolos son el Sol y la Luna.
Lombardos: Así llamaban los franceses a los italianos.
Nuevo Pilatos: Así llamó Dante al rey francés Felipe IV de Francia, el Hermoso, por la destrucción de los Templarios y la apropiación de sus bienes por él ordenada.
Catón: Prefirió suicidarse antes de perder su libertad tras la caída de la República Romana a manos de Julio César.
Fabricio: Cónsul romano que, aún en una situación de pobreza, rechazó las riquezas que le ofreció el rey Pirro para corromperlo.
La Sed Natural: Así denomina Dante al ‘deseo de saber’.
Las Tres Parcas (o moiras): Láquesis es la parca que pone el ovillo de la vida en la rueca cada vez que un nuevo ser humano nace; la parca Cloto lo hila mientras dura su vida; y Átropos es la encargada de cortarlo cuando llega su existencia a su fin.
El veneno de Venus: Así denomina Dante al ‘sexo’.
La Dulce Fruta: Así denomina Dante a ‘la felicidad’.
Lía: Símbolo de la vida activa.
Delia: La Luna.
Las Tres Virtudes Teologales: la Fe (color blanco), la Esperanza (color verde) y la Caridad (color rojo).
Las Cuatro Virtudes Cardinales: Prudencia, Justicia, Fortaleza, y Templanza.
Los Tres Ojos de la Prudencia: Uno mira al pasado, otro al presente y el otro al porvenir.
El Manzano: Símbolo de Jesucristo.
Beatriz: Símbolo de la ciencia de las cosas divinas. Viste un velo blanco, un manto verde y un vestido rojo. Su corona de olivo simboliza la Sabiduría (Sabiduría – Minerva/Atenea – el olivo es su árbol consagrado).

“¡Oh maravilla!, cuando arrancó la humilde planta, volvió otra a renacer súbitamente en el mismo sitio de donde había sido arrancado aquella.”

Cuando Dante llega al Paraíso se encuentra en la etapa final de su viaje, y este Paraíso se encuentra dividido en nueve Reinos que ha de recorrer. Una cualidad marca a cada uno de estos Reinos, definiendo en su esencia a las almas que allí moran:

Primer Reino: La Luna. Aquí están quienes faltaron a los votos.
Segundo Reino: Mercurio. Se está aquí como recompensa tras los méritos terrestres.
Tercer Reino: Venus. Lugar habitado por quienes quieren encontrarse con la perfección en el Amor.
Cuarto Reino: El Sol. Quienes aquí se encuentran tienen como objetivo adorar y entregarse totalmente a Dios.
Quinto Reino: Marte. Aquí se encuentran quienes alcanzaron renombre.
Sexto Reino: Júpiter. Los firmes de convicción aquí tienen morada.
Séptimo Reino: Saturno. Donde las almas se encuentran en silencio al servicio de Dios.
Octavo Reino: Estrellas fijas. Aquí se encuentran quienes poseen una fe absoluta en Dios.
Noveno Reino: El Empíreo. Quienes más aman y más Sabiduría tienen, aquí encuentran el más armonioso lugar.

A continuación, les dejo algunas de las claves que les ayudarán a comprender este Paraíso ‘aparentemente sencillo’:

El pan de los ángeles: Así denomina Dante a ‘la contemplación de la Suma Verdad’.
El Templo de Jano: Templo romano que permanecía abierto durante la guerra y cerrado en tiempos de paz.
Cipriana: Venus, diosa de Chipre.
Tifeo: Titán que se encuentra sepultado bajo el volcán Etna.
La hija de Latona: La Luna.
La Ninfa Eco: Enamorada de Narciso, se consumió quedando solo su voz.
Alfa y Omega: El Principio y el Fin.

El objetivo principal de Dante no es otro que el encuentro con el Amor Perpetuo que parece estar al alcance de su mano, pero el apasionante final de esta obra prefiero dejarla en manos de su curiosidad despertada. “La Divina Comedia”, como analista cultural, desde Lux Atenea les deseo que cada una de las páginas de este maravilloso libro les atraiga con la misma pasión que me viene fascinando desde que lo leí por primera vez. ¡¡¡Disfrútenlo!!!

“En la tierra no hay quien gobierne, por lo cual va tan descarriada la raza humana.”

LA DIVINA COMEDIA - DANTE ALIGHIERI

Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.