Reseña Cultural: 2091 // Reseña Literaria: 571
Reseña actualizada. Publicada el 30 de junio del año 2010 en Lux Atenea.
Información Muy Importante / Very Important Information:
Esta reseña ha sido escrita por un ser humano, no por una Inteligencia Artificial / This review is a human writing, not an Artificial Intelligence writing
Publicado por: BELACQVA
ISBN: 84-96326-07-1
Edición: 2004 (EDICIÓN COMPRADA)

“Business As Usual.”
“Negocios son Negocios” es un libro cuya información impresa en sus páginas no dejará indiferente al bibliófilo lector de Lux Atenea. Documentada de forma muy seria y rigurosa, esta obra incluye desde referencias a la complicidad de la banca suiza con los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, al Fondo Hitler creado por los principales magnates y empresarios alemanes para apoyar al partido nacionalsocialista. Indiscutiblemente, muchos vieron en Adolf Hitler a un líder capaz de acabar con la amenaza comunista en Alemania, además de los suculentos beneficios que cada apoyo económico al régimen podía traer a una empresa al permitirle cerrar tratos de preferencia y de dominio en el mercado. En este clima de grandes beneficios a cambio de la complacencia política y un importante donativo monetario, Adolf Hitler consiguió que nunca le faltara el dinero para poder lograr los objetivos políticos que estaba dispuesto a conseguir con determinación. Pese a que la financiación del partido nacionalsocialista alemán fue una de las fuentes de preocupación más importantes en el inicio de su andadura política, en unos años, Adolf Hitler logró convencer a los principales dirigentes de la industria alemana para que le apoyaran económicamente y, a cambio, él eliminaría definitivamente el riesgo de una victoria comunista en tierras germanas.

“La ahora famosa compañía de prendas y perfumes Hugo Boss –en 1930, menos ambiciosa que la actual- confeccionó uniformes y prendas interiores para los nazis. No hay constancias por ahora de una afiliación de Boss al nazismo, pero sí de que hizo buenos negocios con los nazis.”
Apoyado en este planteamiento político, Adolf Hitler pudo transmitir a los grandes magnates empresariales alemanes que era el único capaz de evitar que socialistas y comunistas acabaran convirtiendo a Alemania en una república socialista de corte soviético que arruinaría sus imperios económicos, tras la consiguiente nacionalización industrial y monetaria del país. La fuerza de los partidos de izquierdas en Alemania era considerable, y el poder de los sindicatos era omnipresente en la vida social alemana durante los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. El imparable avance del partido nacionalsocialista, unido a unas desafortunadas medidas sociales y políticas llevadas a cabo durante los últimos años en la República de Weimar, lo llevarían al poder en muy poco tiempo y, después de su nombramiento como canciller, Adolf Hitler comenzó a tomar medidas radicales contra los dirigentes políticos y sindicales de izquierdas en todo el país. Esa fuerte determinación política traería consigo el apoyo casi absoluto de toda la comunidad empresarial alemana e, incluso, de una parte de los grandes magnates occidentales que tenían bajo su mando a poderosas multinacionales con recursos económicos casi ilimitados.

“Veían con agrado un sistema fascista mundial que los tuviera a ellos como sus únicos y exclusivos hombres de negocios.”
Con Adolf Hitler en el poder, las grandes multinacionales no tardarían en llamar a la puerta de la Cancillería para hablar de negocios con el nuevo régimen. Cuando además logra sacar a Alemania de la gravísima recesión en la cual estaba hundido el país, termina radicalmente con los altos índices de paro y, en unos años, empieza a florecer de nuevo una clase media con poder adquisitivo. La imagen pública de Adolf Hitler como líder político queda fijada en las mentes de los principales dirigentes económicos internacionales como ejemplo a seguir y apoyar. El resurgir económico alemán sorprenderá a todo el mundo pero, en el imperio ideado por Adolf Hitler, ese peldaño es el primero a subir en la ambiciosa escalera política que deberá transformar a Alemania en una superpotencia económica y militar que domine el mundo. Las anexiones territoriales no serán más que los preparativos del inicio de la Segunda Guerra Mundial, y una parte del apoyo de estas grandes multinacionales no se cortará durante prácticamente todo el conflicto. Como los cultos lectores de Lux Atenea podrán leer en estas páginas, el negocio era el negocio y, por razones políticas no estaban dispuestos a prescindir de ello para que se lo llevaran otros.

“Cuando los soldados norteamericanos desembarcaron en 1944 en Normandía a bordo de jeeps, camiones y tanques elaborados por las grandes compañías automotrices norteamericanas, se encontraron con la sorpresa de que los alemanes utilizaban camiones fabricados por Ford y por Opel, la subsidiaria de GM en el país germano.”
Para algunos lectores puede resultar muy duro leer que empresas como Volkswagen o Daimler-Benz usaran mano de obra esclava en sus plantas, o que IG Farben, el gigantesco conglomerado industrial alemán promocionado por el régimen, usara también aquella mano de obra esclava proveniente de los campos de concentración. Pero este dato no debe sorprendernos viniendo de un país dominado política y socialmente por estrictas leyes raciales. En Alemania, todo lo que no fuera ario no tenía derecho alguno, era menospreciado, no tenía valor humano, y lo que más les impactará en este libro es informarse sobre cómo grandes empresas aliadas como Ford, Standard Oil, ITT, Chase Manhattan Bank, Texaco, Du Pont, General Motors, Shell, General Electric, Westinghouse… hicieron suculentos negocios con Adolf Hitler durante aquel periodo. En el libro “Negocios son Negocios”, desde el punto de vista empresarial no queda tan clara esa línea de separación donde los malos son los nacionalsocialistas y los buenos son los aliados en esta contienda. Es obvio que los soldados si que fueron los únicos que tuvieron clara su posición en el conflicto, pero muchos políticos y empresarios jugaron en ambos bandos con fines económicos y político-estratégicos que impiden poder verles como personas fieles y comprometidas con su propio bando en aquella cruel y devastadora guerra. Salvo en el terreno militar, este doble juego es el que hace que el bando aliado pueda ser visto como una grisácea nebulosa donde nada queda del todo claro, salvo en el caso del dinero y de los grandes beneficios.

“Paradójicamente, el producto con el cual los bombardeos sobre Londres fueron posibles, fue remitido a Alemania desde la subsidiaria inglesa de la Standard Oil. La Standard Oil también proveyó a Japón de ese estratégico componente.”
Desde que el mundo es mundo, el dinero es el que ha mandado, el que manda, y el que seguirá mandando en cualquier acción política y social importante, y la Segunda Guerra Mundial fue un escenario internacional donde el dinero volvió a ser el factor clave. Nos puede gustar o no todo esto, pero en nuestra sociedad occidental y en todo el mundo, es el capitalismo y sus leyes los que dominan nuestra existencia, y no se ve una posible alternativa económica en el futuro más cercano. Para el capitalismo, el dinero y el beneficio lo son todo. Todo tiene un precio en esta vida, lo queramos ver así o no, y la moral y la ética están en un segundo plano en el entorno capitalista que domina nuestra sociedad postindustrial a través de unas reglas del juego que se encuentran muchas veces situadas precisamente por encima de la ética y de la moral, elementos dominantes en las sociedades religiosas, por cierto. El dinero es el nuevo Dios y sus seguidores se multiplican día a día en todo el planeta, y quien diga lo contrario, sencillamente miente si tiene alguna aspiración económica importante o el deseo de tener una cuantiosa prosperidad material en esta vida. Por lo tanto, es difícil hablar de ética y de moral cuando se habla de grandes asuntos empresariales y económicos ocurridos en el último siglo. Cuando se tocan estos temas económicos y bélicos, casi es mejor hablar de países vencedores y de países sumisos o vencidos porque quién gana una guerra, impone sus normas. Además, en este siglo XXI, la ética y la moral occidental no están precisamente en uno de sus mejores momentos sociales, y el mundo de los negocios tiene muy claras sus reglas. “Negocios son Negocios”, cuando para algunas grandes empresas occidentales, la Alemania nacionalsocialista se convirtió en un próspero negocio creado al margen de los intereses políticos. ¡¡¡Disfrútenlo!!!
“El 56% del total del oro adquirido por Suiza entre 1939 y 1945 se comerció con los países aliados, en especial Estados Unidos, Inglaterra y Canadá. El último embarque alemán ascendía a 278 millones de dólares de oro saqueado. Fuentes del Banco Central Suizo admiten sin rubores que la banca suiza aceptó transformar en divisas el 76% del oro puesto en el mercado por los nazis. Se trata de unos seis mil millones de dólares en valores actuales.”

Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.






