Reseña Cultural: 2028 // Reseña Literaria: 513
Reseña actualizada. Publicada el 5 de noviembre del año 2009 en Lux Atenea en memoria de CLAUDE LÉVI-STRAUSS (28 de noviembre, 1908, Bruselas – 31 de octubre, 2009, París).
Información Muy Importante / Very Important Information:
Esta reseña ha sido escrita por un ser humano, no por una Inteligencia Artificial / This review is a human writing, not an Artificial Intelligence writing
Quiero dar las gracias a Gedisa Editorial por su cortesía al enviarme este promocional físico.
Publicado por: GEDISA EDITORIAL
ISBN: 84-9784-326-3
Edición: 2009 (Recibido Como Promocional)

“Se trataba de una labor totalmente exenta de egoísmo, anónima y exigente.”
Habrá lectores que se pregunten si es necesario tener una sólida base matemática para poder comprender el contenido de esta obra. La respuesta es rotunda: No. Tras esta conveniente aclaración, lo primero que puede llegar a sorprender al bibliófilo lector de Lux Atenea es comprobar que Nicolas Bourbaki sí publicó textos matemáticos en el siglo XX y, por lo tanto, ¿cómo es que no existió? La lógica que explica esta aparente contradicción es que Nicolas Bourbaki fue el seudónimo tras el cual escribieron sus ideas un grupo de grandes matemáticos franceses. Sus trabajos matemáticos firmados por Nicolas Bourbaki revolucionarían a las más diversas ramas del Arte, la Filosofía, las Ciencias, las Humanidades, la Economía… desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta finales del siglo XX. Sus conceptos vanguardistas que fueron perfectamente definidos y explicados, serían posteriormente copiados en su esencia en los métodos de enseñanza más avanzados del mundo, y para poder comprender la importancia de Nicolas Bourbaki en el siglo XX, vamos a situarnos a principios de aquella centuria. En el año 1905, Albert Einstein deja obsoletos algunos conceptos científicos hasta entonces inamovibles con su Teoría de la Relatividad, gracias a la cual, tanto el tiempo como el espacio pasaban a ser variables y no fijos (como así venían siendo tomados hasta entonces). Apoyándose en su Paradoja de los Gemelos, Albert Einstein explicó y demostró algo tan increíble como que el tiempo afectaría de manera distinta a dos personas iguales de la misma edad (gemelos) que se desplazaran a diferente velocidad en el espacio. Dicho de otro modo, Albert Einstein demostró que cuánto mayor es la velocidad a la que se mueve una persona, su envejecimiento es más lento. En el año 1926, otra revolución dentro de la Física puso en entredicho viejos conceptos tras los descubrimientos realizados por Max Planck en el año 1900: la Física Cuántica demostraba claramente que las leyes de Newton no condicionan a los elementos atómicos. Pese a la importancia de aquellos avances científicos, los organismos educativos franceses seguían enseñando basándose en las antiguas ideas científicas, creando un estado de confusión académica muy profunda tanto en el profesorado como en los alumnos. En medio de este ambiente enrarecido, un grupo de estudiantes de matemáticas decidieron unirse para escribir una serie de publicaciones cuyos avanzados conceptos, cualquier persona interesada en enseñarlos pudiera tener un soporte fiable y claro.

“La matemática había sido siempre una ciencia árida, que se enseñaba escribiendo con tiza en un pizarrón que colgaban de la pared de un aula con olor a encierro. Bourbaki rompió de inmediato ese molde, dedicándose a la disciplina en medio de entornos naturales, nunca en una sala con atmósfera agobiante. Los integrantes del grupo querían disfrutar de la vida y darle alegría a la matemática.”
Día 10 de septiembre del año 1934. En un café parisino, seis matemáticos como representantes de las universidades de Estrasburgo, Nancy, Rennes, y Clermont-Ferrand deciden crear un programa para la obtención del Diploma en Cálculo Diferencial e Integral para las próximas décadas. En 1935, este grupo decide escribir bajo seudónimo para poder permanecer en el anonimato, siendo Nicolas Bourbaki el nombre elegido tras ser tomado del general francés Charles Denis Sauter Bourbaki (1816-1897). Guiados y dirigidos por André Weil, convertirían la Teoría de Conjuntos ideado por Euclides 2.500 años antes, en el concepto sobre el cual erigirían todas sus ideas. Basándose en la noción de estructura, el método seguido por Nicolas Bourbaki en objetos e ideas se convertiría en un excelente medio para captar sus propiedades y, de esta forma, el estructuralismo acabaría dejando obsoleto al empirismo que, hasta entonces, había sido dominante. Utilizando el alfabeto noruego para su simbología matemática, este grupo elaboraría varios tratados donde llegarían a dejar escritas más de 10.000 páginas. Como apunte curioso al culto lector de Lux Atenea, cuando un miembro de este grupo cumplía los cincuenta años, debía abandonarlo obligatoriamente, y el grupo nunca podía sumar más de doce miembros. Además, el estructuralismo, basado en la Teoría de Conjuntos, revolucionaría el pensamiento durante décadas, llegando incluso al Arte. Muchos años antes, bajo esta interferencia de la Matemática y de la Física en el mundo del Arte, Picasso (influenciado por Gauguin) con su obra “Les demoiselles d´Avignon” (1907) y George Braque (influenciado por Cézanne) con su obra “La femme à la guitare” (1913), dieron inicio al Arte Moderno tal y como lo conocemos desde entonces, a través de un vaciado de la forma y una posterior redefinición de su estructura. La primera mención de ‘estructura’ sería realizada por Jakobson en sus trabajos lingüísticos, a su vez, basados en los trabajos de Trubetzkoy sobre los fonemas. Tras la aparición de las primeras publicaciones de Nicolas Bourbaki, su interacción con otras disciplinas no se hizo esperar. Claude Lévi-Strauss, gracias a sus encuentros con André Weil en New York, uniría la antropología y los conceptos matemáticos estructuralistas para crear la antropología moderna, y filósofos como Jacques Derrida y Michel Foucault adoptarían las ideas estructuralistas en sus trabajos.

“Gracias al trabajo del grupo, los matemáticos franceses ganaron terreno mientras los alemanes, que habían despuntado en los años de preguerra, retrocedían.”
Para poder comprender la obra filosófica de Simone Weil, el estructuralismo es clave. El estructuralismo también es la esencia conceptual en la cual Roland Barthes basaría sus estudios literarios, y la influencia del estructuralismo en la obra teatral de Bertolt Brecht será absoluta. En el año 1952, el psicólogo Jean Piaget también se reuniría con Jean Dieudonne, miembro del grupo Bourbaki, para tratar de utilizar las ideas estructuralistas en sus investigaciones sobre la inteligencia, ya que aquellas ideas tan avanzadas le permitían comprender cómo funcionaba internamente la mente humana. Pero sería Jacques Lacan y sus investigaciones dentro de la psiquiatría y el psicoanálisis, el que llevaría los conceptos estructuralistas a su máximo potencial dentro de estos campos de investigación. Inevitablemente, la semilla que dio origen al grupo Bourbaki no tardaría en ser copiada, y algunos de esos proyectos se verían coronados con el éxito (por ejemplo, el grupo literario Oulipo). Otros, en cambio, nunca llegarían a ver la luz pese a sus serias intenciones (por ejemplo, la iniciativa dirigida por Jacques Lacan). Como sucesor del existencialismo (Jean-Paul Sartre), el estructuralismo se convertiría en la revolución del pensamiento que llegaría a ser dominante en la década de los sesenta y, pasada la década de los setenta, será el posmodernismo el que tome su testigo. Cuando Grothendieck (considerado el sucesor de Albert Einstein en el campo de la matemática) decidió abandonar el grupo debido a sus profundas discrepancias con André Weil, Bourbaki inicia su declive debido a que sus conceptos no estaban siendo actualizados, y si alguien estaba especialmente capacitado para cambiar esa dinámica, era Grothendieck. Las ideas del grupo Bourbaki ya no eran vanguardistas sino la norma común dentro del mundo matemático, y, con el paso del tiempo tras alcanzar mayor protagonismo y éxito académico, las individualidades hicieron mella en este grupo. “El Artista y el Matemático”, una obra fundamental para poder conocer el origen de la enseñanza matemática moderna. ¡¡¡Disfrútenlo!!!
“Junto con la sensación de estar llevando a cabo una tarea gigantesca, tuvimos la certeza de que sería imposible de completar.”
P.D: André Weil, Herni Cartan, Claude Chevalley, Jean Delsarte, Jean Dieudonné y René de Possel formarían la que sería conocida como primera generación Bourbaki, la que se encargaría de establecer las bases y los métodos de aquellas ideas novedosas. Posteriormente, se incorporaría al grupo Laurent Schwartz. En la segunda generación (1940), Jean-Pierre Serre, Pierre Samuel, Jean-Louis Kozul, Jacques Dixmier, Roger Godement, y Sammy Eilenberg se unieron al grupo, convirtiendo la disciplina en la base principal de su trabajo. La tercera generación (1950), en la cual se habían unido al grupo François Bruhat, Serge Lang, John Tate, Pierre Cartier, Armand Borel, y Alexandre Grothendieck, dieron continuidad a los conceptos estructuralistas e internacionalizaron más el núcleo del grupo. La cuarta generación (1960), formada mayoritariamente por alumnos de Grothendieck, vieron cómo la desunión interna se transformaba en el espejo de su futura decadencia, pese a que el estructuralismo dominaba la escena académica nacional e internacional en aquellos años.

Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.