DANTE ALIGHIERI “LA DIVINA COMEDIA” (ESPECIAL INFIERNO) (Reseña #2181).

Reseña Cultural: 2181 // Reseña Literaria: 654
Reseña actualizada. Publicada el 30 de mayo del año 2015 en Lux Atenea conmemorando el 750º aniversario del nacimiento del maestro de la literatura italiana DANTE ALIGHIERI (1265-1321).

Información Muy Importante / Very Important Information :
Esta reseña ha sido escrita por un ser humano, no por una Inteligencia Artificial / This review is a human writing, not an Artificial Intelligence writing

Publicado por: EDICIONES JOVER
ISBN: 84-7093-363-9
Edición: 1991 (EDICIÓN COMPRADA)
Páginas: XXVI + 240 páginas (TOMO I) / 196 páginas (TOMO II)

“No ha habido jamás en el mundo persona tan pronta a procurar su bien y evitar su daño, como lo estuve yo al escuchar tales palabras.”

Como analista cultural, los bibliófilos lectores de Lux Atenea ya conocen mi pasión por “La Divina Comedia”, obra maestra escrita por el Maestro de la Literatura Italiana Dante Alighieri (1265-1321) y que valoro y elogio como el libro de los libros por excelencia. Desde el año 2006, también he reseñando otras obras literarias cuya temática estaba dedicada a “La Divina Comedia” por su relevancia artística, ya sean ensayos dedicados al estudio de su mensaje oculto y de sus claves simbólicas (leer reseña), al análisis de las obras literarias de Dante (leer reseña), o al engalanamiento visual de esta obra realizado por figuras artísticas tan ilustres como Gustave Doré (1832-1883) (leer reseña) o William Blake (1757-1827) (leer reseña). Escribir sobre “La Divina Comedia” siempre es un placer porque su estudio y análisis se ha convertido en uno de mis pilares culturales y existenciales más importantes, motivo por lo cual volver a su relectura es siempre irresistible para mi. Una magna obra envuelta en ese halo de misterio, y siempre resplandeciente a nivel literario ante la mirada del lector que decide adentrarse en este universo Dante poblado por personajes y escenarios inolvidables que transmiten Sabiduría, ya sea de forma clara… o un tanto oculta a través del mensaje metafórico. Leer y analizar “La Divina Comedia” es siempre apasionante, y esta es una de las ediciones que tengo en mi biblioteca que más me ha fascinado por su calidad de impresión y por su gran formato, habiéndolo seleccionado para esta reseña tan especial al ser el Infierno, la temática principal que vertebra este análisis de sus escenarios y de sus personajes más cautivadores.

“Es de condición tan malvada y ruin que nunca ve satisfechos sus ambiciosos deseos, y después de comer tiene más hambre que antes.”

Publicada en el año 1991, esta auténtica joya de biblioteca es un lujoso ejemplar de las 5.000 unidades hechas a la antigua usanza de forma artesanal por la editorial Jover, habiendo cuidado la impresión y la encuadernación hasta el más mínimo detalle. Presentando este impactante acabado final que impresiona por su calidad, es de adquisición más que recomendada si lo encuentran disponible en librerías especializadas. Una preciosa edición formada en su conjunto por dos tomos de gran formato, atesorando en sus páginas no solamente la excelsa obra de Dante en su idioma original, sino también la traducción al idioma español realizada por Don Cayetano Rosell en el siglo XIX, además del prólogo y de las anotaciones firmadas por Don Juan Eugenio Hartzenbusch. Si a este halo cultural académico de renombre le unimos las exquisitas láminas creadas por el mítico ilustrador francés Gustave Doré, ya sobradamente conocido por los cultos lectores de Lux Atenea tras las obras literarias por él engalanadas que vengo reseñando, hablar de esta emblemática edición de “La Divina Comedia” es hacer referencia a una de sus publicaciones más selectas. En estos dos tomos disfrutarán contemplando las impresionantes láminas creadas por Gustave Doré para esta obra universal con 34 láminas dedicadas al Infierno, 33 láminas al Purgatorio, y 31 láminas para el Paraíso, sumando un total de 98 láminas con una definición y un colorido espectacular en esta elegante edición. Con este retorno a “La Divina Comedia” en una reseña no solamente trato de subrayar la relevancia literaria del maestro Dante Alighieri en esta obra, sino también rindo culto a las primeras luces del idioma italiano que, en sus comienzos, tomó a esta magna obra del genio florentino como punto de partida para su definición académica e institucional, ampliándose su uso cotidiano de forma progresiva en toda Italia mientras se conservaban a su vez los diferentes dialectos existentes en la península itálica a nivel cotidiano, pero siempre manteniendo a esta obra del maestro florentino como referencia principal. Mayor honor y relevancia cultural no puede haber alcanzado un artista literario en su tierra natal con su idioma, salvo Dante Alighieri con “La Divina Comedia”.

“Por mí se llega a la ciudad del llanto;
por mí a los reinos de la eterna pena,
y a los que sufren inmortal quebranto.”

Dante, “La Divina Comedia” y el Infierno.

Como los cultos lectores de Lux Atenea ya conocen, “La Divina Comedia” está dividida en tres grandes apartados que la vertebran: Infierno, Purgatorio, y Paraíso. En esta reseña voy a analizar con mayor profundidad el mensaje y el contenido simbólico de la primera parte de la obra, que tiene como escenario principal al Infierno. Algunas claves del Infierno ya las comenté en mi reseña dedicada a dos ediciones de “La Divina Comedia” (leer reseña), junto a las claves del Purgatorio y del Paraíso. Pero, en esta reseña tan especial, voy a profundizar un poco más en los secretos de estas tenebrosas profundidades descritas en la obra. Vertebrado por versos de gran belleza, el arte poético de Dante se transforma en un mundo donde conviven lo simbólico y lo explícito con lo metafórico, existiendo paralelismos muy precisos y detallados con la realidad histórica. Lo más curioso es que Dante escribe “La Divina Comedia” y protagoniza su obra junto al poeta Virgilio, que le acompaña por este Infierno sirviéndole como guía. Con la figura de Beatriz erigida como faro místico que le sirve de referencia y de impulso existencial para seguir avanzando, a pesar de las difíciles situaciones que se irá encontrando durante este viaje, indudablemente, este caminar por el Infierno, el Purgatorio, y el Paraíso se convierte en un minucioso proceso espiritual por su mensaje trascendente. Pero Dante se presenta en su obra como un personaje sensible, emotivo, con debilidades y temores, en definitiva, como un ser humano común y no como un héroe valeroso y poderoso que a todas las dificultades se enfrenta, y con coraje y valor siempre sale victorioso.

No hay que olvidar que, por su carácter espiritual, “La Divina Comedia” no es una vía existencial marcada por una serie de pruebas a superar, sino que es planteada por Dante como un camino de redención y de autosacrificio destinado a la purificación del alma. Por este motivo, la fuerza o el poder no son claves para conseguir llegar al final de esta travesía, sino la voluntad de la persona para transformar su interior y quedar iluminado por la luz divina donde antes existía la densa obscuridad del materialismo, de los vicios, y del egoísmo humano. Una expiación difícil y compleja donde las debilidades del propio individuo siempre afloran, de ahí la trascendencia y la gravedad de los actos cometidos en este mundo que tienen nefastas consecuencias en otras personas porque, una vez terminada la existencia sobre la tierra, todo tiene su justo e inexorable castigo en el Infierno y en el Purgatorio, ya que en el Paraíso solamente se entra con la virtud reflejada en el alma con un mayor o menor grado de purificación. Centrándome de nuevo en la temática de esta reseña dedicada al Infierno, será la cruda descripción de los castigos aplicados a quienes cometieron terribles actos durante su vida en la tierra, lo que creará una atmósfera de siniestra belleza en la mente del bibliófilo lector de Lux Atenea. Un juicio inmisericorde post mortem, y de inexorable karma provocado por las graves consecuencias que sus actos terrenales conllevaron tanto al alma del individuo como a otras personas. En esta obra maestra, Dante simboliza al alma, y Virgilio a la Razón, una Razón que sirve de guía pero que tiene sus límites para el alma, todo lo contrario a Beatriz al representar a la Gracia Divina y a la Sabiduría para poder alcanzar la purificación completa del alma. En la vida real, Beatriz fue el nombre de la mujer que Dante amó e idealizó pero, en realidad, ella no fue un ejemplo muy claro y evidente de esa cualidad salvífica para el alma. No hay que olvidar que Beatriz fue idealizada por Dante, y el Ideal adquiere su sentido de perfección dentro del mundo espiritual y no en el acotado, imperfecto, y corrupto mundo material que siempre nos limita, condiciona, y encadena. Unos conceptos que no hay que olvidar durante la lectura de este libro.

“Nuestra única pena es vivir con un deseo, sin esperanza para conseguirlo.”

El Infierno de Dante: el Infierno en el Cristianismo nace en el Medievo.

Aunque actualmente el conocimiento del Infierno es ya universal, en Europa, no es hasta la Edad Media cuando aparece dentro del Cristianismo como lugar de tormento después de la muerte para quienes no han redimido sus pecados en vida. Anteriormente, era el pecado o los pecados los que condenaban al alma del individuo, fuera creyente o no. Dentro de la religión cristiana no existía un lugar de tormento en las profundidades de la tierra a donde iban destinadas inexorablemente las almas de los pecadores después de su muerte. A partir del Medievo, con la creación y la difusión pública de este lugar tenebroso gobernado por diablos, dedicados a atormentar a las almas impuras como castigo por los pecados cometidos durante su vida terrenal, la siniestra atracción religiosa que desde entonces ha provocado el Infierno en la sociedad occidental como condicionante ético y moral, ha hecho que perdure dentro del inconsciente colectivo aun cuando recientemente el propio Papa Francisco ha dicho que el Infierno no existe. Y sólidas razones históricas y religiosas no le faltan para reafirmarse en esa opinión. Pero el Infierno sigue estando latente en la ciudadanía del siglo XXI con sus atroces escenas de horror y, dentro de la literatura medieval, es el Infierno de Dante descrito en “La Divina Comedia” lo que más ha logrado atraer la atención del público debido a la impactante crudeza de los castigos descritos en sus páginas. Incluso, con el paso del tiempo, una palabra directamente relacionada con Dante y su Infierno ha quedado incorporada a nuestro idioma español por su terrible significado: dantesco.

Lo dantesco, lo espantoso, lo terrible, así de contundente e implacable presenta Dante a este Infierno, conmocionando al bibliófilo lector de Lux Atenea con su influyente trasfondo ético y moral. Descripciones que conmueven, que llegan a ser capaces de tocar la fibra sensible del lector a través de la estimulación de su inconsciente, porque Dante convierte a su obra en la detallada exposición de los crueles castigos que se llevan a la práctica en el Infierno. Desde el comienzo, partiendo del bosque oscuro donde es acosado por tres animales feroces, Dante irá describiendo este viaje trascendental, siendo el espíritu del poeta Virgilio el que le guíe durante la bajada al Infierno, en cuya travesía, habrá de pasar por los nueve círculos en los que está dividido ese lugar. Cada uno de estos círculos está dedicado al castigo de una clase de pecador en concreto, por lo que Dante irá describiendo cada suplicio que allí contempla según va atravesando un círculo tras otro, siendo cada vez más terribles esos tormentos cuanto más profundo se halla ese círculo. Los más leves son aplicados en los primeros círculos y, por consiguiente, los pecados más graves son castigados en los círculos más profundos del Infierno hasta formar un abismal embudo del terror formado por estos nueve círculos. Descifrando el mensaje simbólico hasta ahora mostrado, el bosque oscuro del horror representaría a la tierra del pecado y de la corrupción, el poeta Virgilio a la grandeza del espíritu humano de la Época Clásica, y el propio Dante, como ya mencioné anteriormente, representa al alma.

“No hay dolor más grande que el recordar los tiempos felices en la desgracia.”

Los Primeros Cinco Círculos del Infierno de Dante.

En esta primera fase del camino místico de “La Divina Comedia”, que tiene como inicio al alma impura y como final su redención, el primer círculo del Infierno al que llegarán Virgilio y Dante es el limbo, la antesala del Infierno, que es donde moran eternamente las almas sin bautizar, siendo condenadas a no tener posibilidad alguna de contemplar a Dios. Allí es donde se encuentra el poeta Virgilio junto a otros poetas y filósofos de la Antigüedad como Homero, Ovidio, Aristóteles… Partiendo de este círculo, la bajada a las profundidades se convertirá en un crescendo de aflicción y dolor en su manifestación más horrible y desesperada. De camino al siguiente círculo, Dante y Virgilio verán al horrible Minos, juez encargado de juzgar las almas de los pecadores, y, cuando posteriormente llegan al segundo círculo, allí encuentran a quienes pecaron de lujuria, donde son movidos por fuertes vientos sin poder hacer nada para impedirlo, ni para evitar chocar entre ellos, de la misma forma que la pasión les movió sin control durante su vida terrenal. El tercer círculo es el lugar donde se castiga a quienes pecaron de gula, por lo cual ven su carne desgarrada por Cerbero (nombre del perro de tres cabezas del Hades, según la mitología griega) bajo una terrible tormenta de granizo. El cuarto círculo está destinado a castigar tanto a los avaros como a los derrochadores que, divididos en dos grupos, han de empujar grandes volúmenes de oro hasta que terminan chocando entre ellos. Como los cultos lectores de Lux Atenea podrán ver, el cruel destino de los avaros y de los derrochadores es seguir empujando esas pesadas piezas de oro hasta volver a chocar una y otra vez interminablemente.

Pero Dante dejará de ser un mero observador cuando llega al quinto círculo situado a orillas de la laguna Estigia. Habitado por quienes se dejaron poseer por la pereza, o por la ira y la venganza, allí quedan hundidos en ese terreno pantanoso o peleando violentamente entre ellos en la superficie fangosa. Cuando Dante cruza esa laguna tan terrible, es reconocido por uno de sus enemigos políticos (Filippo Argenti), y aquí Dante da rienda suelta a su rencor en estos versos por lo que, de observador atemorizado, pasa a la acción por primera vez desde que comenzara este viaje. Una escena que resulta clave ya que, hasta este preciso momento, los círculos aquí descritos correspondían a pecados de debilidad humana. Dante establecerá muy claramente la separación por intencionalidad a la hora de pecar ya que, dentro de su código moral y ético, no es lo mismo pecar por debilidad humana que pecar intencionadamente y siendo plenamente conscientes de los terribles efectos que desencadena. La maldad es manifiestamente clara en el segundo caso, por lo que el trasfondo psicológico y espiritual vuelve a presentarse en el mensaje cristiano de Dante, siendo crucial para el análisis de “La Divina Comedia”. A continuación, tras llegar a los muros de la ciudad de Dite, los pecados que el maestro florentino va a narrarnos en los siguientes círculos serán mucho más graves, por lo que los castigos aplicados también serán mucho más terribles por su gravedad y por la huella impura que dejaron en el alma de quienes los cometieron.

“La soberbia, la envidia y la avaricia son las tres brasas que queman los corazones.”

Los Últimos Cuatro Círculos del Infierno: Dante entra en la ciudad amurallada de Dite.

La llegada de Dante y Virgilio a la ciudad amurallada de Dite es espectacular. Sus puertas y sus murallas infranqueables protegidas por ángeles caídos, se convierten en un obstáculo imposible de atravesar para Dante hasta que un ángel divino intercede, abriendo sus puertas. El espectáculo que Dante observará detrás de esos muros es brutal e inimaginable. Ya de entrada, en el sexto círculo destinado a quienes no creyeron en la inmortalidad del alma, allí son castigados a permanecer postrados en lechos ardientes. A partir de aquí, entrará en juego un factor que resulta crucial en el juicio que han de pasar las almas por la gravedad de los pecados cometidos: el nivel de malicia. El séptimo y octavo círculo están caracterizados por las subdivisiones internas en los que están estructurados, siendo descritos como recintos en el séptimo círculo y como fosos en el octavo. Vigilado por el Minotauro, al séptimo círculo van a parar quienes no dudaron en usar la violencia con trágica intencionalidad, siendo llevados al primer recinto donde se encuentra el río de sangre hirviente llamado Flegetonte, en cuyas aguas son arrojados quienes provocaron el derramamiento de sangre. Custodiando sus orillas se encuentran los míticos centauros, que no dudan en utilizar las flechas de sus arcos contra quienes tratan de salir de ahí. La sangre que derramaron es la misma que provoca su terrible castigo, y la figura del Minotauro dominando este séptimo círculo simboliza el violento impulso depredador, salvaje, y animal que dominó el espíritu de estos individuos durante su vida.

En el segundo recinto sorprende comprobar cómo los suicidas son transformados en árboles por haber rechazado su condición humana al atentar contra su propia vida, siendo las siniestras arpías las encargadas de convertir su existencia en un suplicio. Quienes malgastaron sus bienes en una espiral autodestructiva también son aquí horriblemente castigados al convertirse en presas para la caza en las batidas que se celebran en estos tenebrosos parajes. Las torturas que Dante observará en el tercer recinto son muy impactantes, siendo castigados los maldicientes blasfemos con abrasadoras arenas, los sodomitas son obligados a correr con el fuego abrasándoles por encima de sus cabezas, mientras los usureros son condenados a permanecer bajo una lluvia de fuego. Pero son los diez fosos llamados en su conjunto como Malebolge por Dante, los que conforman el octavo círculo regido por el monstruoso Gerión, mitad hombre mitad serpiente, un lugar donde son destinados quienes no dudaron en hacer uso interesado de lo fraudulento, quedando el bibliófilo lector de Lux Atenea impresionado por la crudeza de los tormentos aquí aplicados.

En el primer foso del octavo círculo son los demonios con cuernos quienes fustigan los cuerpos desnudos de aquellos que en vida fueron timadores o proxenetas. Sobre excrementos humanos son arrojados los aduladores en el segundo foso, y quienes comerciaron con lo espiritual (cayendo en el pecado de la simonía), en el tercer foso son condenados a ser colocados en hoyos boca abajo con sus pies al aire, mientras son abrasados por el fuego. Quienes engañaron haciendo uso de las mancias son castigados en el cuarto foso a tener su cara del revés en la cabeza, y el lago de brea hirviente del quinto foso está destinado a los malversadores públicos, siendo vigilados por diablos provistos de ganchos que evitan que alguien pueda salir de allí. Los farsantes y los hipócritas han de portar doradas vestimentas de plomo en el sexto foso, mientras los ladrones ven atadas sus manos con serpientes en el séptimo foso antes de convertirse en ellas. En el octavo foso, una lengua de fuego castiga a los malos consejeros que dieron su opinión con interesada malicia, y quienes fomentaron el conflicto en los demás son condenados en el noveno foso a sufrir cortes en su cuerpo a manos de un demonio, con la particularidad de que vuelven de nuevo a sufrir esos tormentos en cuanto la carne de esas graves heridas se cierra. Finalmente, en el décimo foso son las enfermedades las que hacen sentir espantosos dolores y padecimientos que provocan deformaciones en quienes se dedicaron a la falsificación, correspondiendo cada una de las distintas clases de falsificación a una terrible enfermedad en concreto.

En el noveno círculo, es la espectacular visión del pozo donde se ha condenado a los gigantes y a los titanes a permanecer encadenados en sus paredes, lo que más les impresionará. Más abajo, en el fondo del Infierno, Dante y Virgilio se encontrarán en un lugar helado. Un entorno cuyo significado simbólico es la ausencia de la calidez propia de la vida, de las emociones, o de los sentimientos. En definitiva, la ausencia de la energía de la vida. Al contrario de lo que pueda pensar el culto lector de Lux Atenea respecto a las profundidades del Infierno cubiertas por llamaradas de fuego, en “La Divina Comedia”, Dante nos describe ese lugar congelado, permaneciendo hundidos en ese hielo hasta la cabeza quienes cometieron el pecado de la traición. Presidiendo ese tenebroso lugar se encuentra Satanás atrapado en el hielo hasta la cintura, y cada vez que bate sus alas para tratar de librarse de ese tormento provoca que, al mover el aire gélido de ese entorno, siga permaneciendo en ese estado de congelación. Si lo analizamos en profundidad, concebir el fondo del Infierno como un lugar tan inhóspitamente helado tiene sentido al estar situado en el lado opuesto al Paraíso Divino, y si Dios es cálida luz y amor, el lugar más alejado a él debe estar cubierto de oscuridad y de frialdad emocional, por lo que describirlo como un lugar gélido es simbólica y metafóricamente mucho más acertado. Si a ello le unimos que en ese lugar se castiga a quienes traicionaron, o sea, a quienes se aprovecharon de la confianza depositada en ellos para hacer el Mal, la elección de los traidores como pecadores por excelencia es muy acertada. Su falta de empatía emocional y su frialdad sentimental a la hora de ejecutar su traición, encuentra su castigo más justo en ese terrible lugar. Dante vuelve a darnos una lección magistral con el trasfondo de su análisis moral y ético sobre los pecados, y con el castigo correspondiente sobre quienes los cometieron. Como apunte importante sobre esta primera parte del libro, Dante y Virgilio finalmente saldrán del Infierno ascendiendo por el cuerpo de Satanás hasta la luz rumbo al Purgatorio.

“Las arpías después, alimentándose de sus hojas, introducen en ellas el dolor, y por allí mismo dan salida a sus lamentos.”

La Mística en “La Divina Comedia”.

Junto a las descripciones místicas anteriormente mostradas, existe una realidad esotérica y espiritual contenida en estos versos de Dante. Centrándonos en el Infierno, el primer círculo, el limbo, está regido por la Luna, estando directamente relacionado con el éxito material y con el Conocimiento, pero con una carencia espiritual muy clara. En referencia a los no bautizados que lo pueblan, a nivel místico estaríamos hablando de aquellos que no han sido iniciados y no han evolucionado interiormente siguiendo el camino de la trascendencia. El segundo círculo está regido por Mercurio, y el desvío del Conocimiento y de la Sabiduría mística siempre supone sufrimiento interior y un profundo dolor ante la pérdida de la identidad interior por la densidad carnal que condiciona. El tercer círculo está regido por Venus, y es la adicción al placer de los sentidos más primitivos lo que marca a este círculo como desvío espiritual. El cuarto círculo está regido por el Sol, siendo la proyección en la vida real de las aspiraciones materialistas más extremas y las cuales alejan al individuo de su esencia espiritual. El quinto círculo está regido por Marte, de ahí que la ira, la venganza, la violencia, la soberbia, y la inacción dominen este círculo. El sexto círculo está regido por Júpiter, siendo aquellos que juzgan, prejuzgan, y establecen lo que para ellos es la realidad de las cosas sin tener nunca en cuenta el plano espiritual, los que acaban condenándose por aceptar únicamente lo tangible. El séptimo círculo está regido por Saturno, siendo la violencia lo que predomina en este plano porque allí todo se fuerza, desapareciendo cualquier equilibrio, armonía, o cualidad trascendente. El octavo círculo está regido por Urano, siendo el engaño interesado lo que permanece omnipresente, abriendo un amplio abanico de formas y estilos a la hora de llevar a cabo ese juego de las apariencias de maléfica intencionalidad. Lo falso y lo místico son absolutamente opuestos, e imposibles de mezclar dentro del plano espiritual. El noveno círculo está regido por Neptuno, donde la maldad se presenta con su lado más sibilino y trágico por su esencia de traición. La confianza es la base principal de las relaciones humanas, y la traición socava ese pilar causando el mayor de los perjuicios y de los daños que una persona puede sufrir en vida. Es la obscuridad absoluta tapando la luz.

“¿Quién es este que sin haber muerto va por el reino de la muerte?”

La Importancia Artística de “La Divina Comedia”.

Desde el mismo instante en el que comenzó su difusión pública como obra literaria, el Infierno descrito por Dante en “La Divina Comedia” se convirtió en la fuente de inspiración que despertaría la imaginación en artistas de renombre que han pasado a la Historia por la calidad y por el trasfondo de sus obras. Dante Alighieri es referencia artística, y Dante también es esa luz que ha irradiado su imaginería a las mentes del público a lo largo de diferentes épocas hasta nuestros días, sin que se haya alterado en algún momento el mensaje ético y moral de su obra, incluso en la época actual que estamos viviendo cada vez más racionalista y materialista. Si estudiamos con detenimiento la obra maestra de Dante, conceptualmente va más allá de la visión cristiana del mundo debido a que su trasfondo ético y moral encuentra paralelismos con otras religiones y corrientes místicas en todo el mundo, adquiriendo su mensaje esa identificación, esa reafirmación, y esa relevancia universal así reconocida: nuestras acciones negativas durante la vida terrenal tienen consecuencias tras la muerte, si no hay una redención previa, humilde, profunda, y sincera. De ahí que, como analista cultural, sea un placer el poder subrayar la excelsa virtud artística de Dante englobada dentro de la moralidad medieval, en esta reseña publicada en Internet durante la posmodernidad del siglo XXI. “La Divina Comedia”, la descripción literaria más terrible e hipnótica que se haya escrito sobre el Infierno en la Historia de la Literatura Europea. ¡¡¡Disfrútenlo!!!

“Vexilla regis prodeunt Inferni.
(Adelántanse los estandartes del Rey de los Infiernos)”

Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.