“QUILLS”, 2000 (Reseña / Review #1738).

Reseña Cultural nº: 1738 // Reseña Media nº: 91
Reseña actualizada. Publicada el 7 de mayo del año 2014 en Lux Atenea.

Director: PHILIP KAUFMAN
Guión: DOUG WRIGHT
Actores principales: GEOFFREY RUSH (marqués de Sade), KATE WINSLET (Madeleine ‘Maddy’ LeClerc), JOAQUIN PHOENIX (abate de Coulmier), MICHAEL CAINE (Dr. Royer-Collard), BILLIE WHITELAW (madame LeClerc)
País: EE.UU Año: 2000 Productora: FOX SEARCHLIGHT PICTURES / INDUSTRY ENTERTAINMENT / WALRUS & ASSOCIATES, LTD
Duración aprox.: 120 minutos
Publicado en España por: TWENTIETH CENTURY FOX HOME ENTERTAINMENT ESPAÑA S.A.
Año: 2001 Formato: DVD (EDICIÓN COMPRADA)

DVD QUILLS 2000

¿Por qué el marqués de Sade (1740-1814) sigue atrayendo al público en este siglo XXI? ¿Por qué continúa vigente su espíritu transgresor y provocador en este año 2014, doscientos años después de su muerte? Algo tiene su figura y su mensaje de trasfondo ígneo y corrupto para que sus llamas continúen vivas en la mente de la ciudadanía a través de esta siniestra atracción hacia lo inmoral y lo perverso, teniendo mucha más fuerza psicológica que la repulsión que generan sus degradantes y degenerados textos etiquetados como “propios de una mente enferma”. Tantas veces considerado como una persona viciosa y lujuriosa, creo más bien que la visión del marqués de Sade sobre el libertinaje extremo va mucho más allá de los límites de la lujuria debido a esa esencia humana degradante, egoísta, y autodestructiva que destila la cruda descripción de envilecidos y depravados actos. Dentro de esa perspectiva analítica, en Lux Atenea quisiera resaltar la extraordinaria película “Quills” rodada por el prestigioso director estadounidense Philip Kaufman, después de haber dirigido magníficos largometrajes como “Elegidos para la gloria”, “Henry & June”, “La insoportable levedad del ser”… Con este relevante currículum cinematográfico en su haber, la unión de su especial talento artístico para el cine con la fascinación que provoca un escritor maldito como el marqués de Sade, fue inevitable que su fruto artístico culminara en este grandioso drama donde las pasiones y las debilidades humanas quedan intensamente contrastadas a través de su lado más tenebroso. Actos salvajes que continúan causando estupor, conmoción, y repulsa por su carga mental alejada completamente de la Razón. Un enajenamiento de los sentidos ante lo contemplado que, en el caso de la película “Quills”, toma esta deriva brutal y extrema como espejo revelador de la realidad humana más siniestra cuando no hay nada que lo limite. Esa ruptura total de los límites es lo que observarán los cinéfilos lectores de Lux Atenea cuando visualicen esta magnífica edición en formato DVD, publicada por Twentieth Century Fox Home Entertainment España en el año 2001. Un crescendo emocional desde el primer minuto donde la Razón se verá constantemente atacada ante la contemplación de esta desviación moral y ética degenerada, siendo sobrepasada ampliamente por los inesperados efectos de la hipocresía moral y por la incontenible plasticidad de la inteligencia humana para poder burlar las situaciones más desesperadas. “Quills” es una película de temática extrema porque extrema fue la vida y la obra literaria del marqués de Sade.

“En condiciones adversas, el artista se crece.”

Esta interesante trama nos sitúa en la ciudad de París en el año 1794, quedando ambientados de forma admirable el entorno y la vida cotidiana reinante en aquella época convulsa. Además, la actitud que presentan estos geniales actores ante la cámara con actitudes y gestos propios de aquel siglo, facilitan que el espectador se sumerja mentalmente con mucha facilidad en esta historia, convirtiendo cada suceso en un torrente de emociones cuya intensidad irá en aumento debido a la brutal deriva de los acontecimientos. Una intriga que dará comienzo en la residencia psiquiátrica de Charenton donde el marqués de Sade permanece encerrado. Dirigido con aparente serenidad y calma por el abate de Coulmier, magníficamente interpretado por el actor estadounidense Joaquin Phoenix, verá rápidamente rota su armonía. La ejecución en la guillotina de Mademoiselle Renard será el primer aviso al espectador de que nada va a ser de color de rosa en “Quills”. Luego, el choque inmediato entre el abate y el marqués de Sade, interpretado de forma excelsa por el actor australiano Geoffrey Rush, será una animosa lucha de poder entre enérgicas e irreductibles voluntades donde el abate aparentemente representa el lado bueno, y el marqués de Sade el lado oscuro de la tentación y de la corrupción. Teniendo a la lavandera de la residencia llamada Madeleine Leclérc, espléndidamente interpretada por la actriz Kate Winslet, como campo de batalla en disputa donde comprobar ambos su verdadero poder, será la entrada del doctor Royer-Collard en esta residencia, papel interpretado con obscura y malévola maestría por el actor Michael Caine, lo que llevará la sangrienta marca de la tragedia a cada uno de estos personajes simbólicamente unidos a la degradación moral (marqués de Sade), a la religión vivida con pasionales tabúes carnales difícilmente controlables (abate de Coulmier), a la visión romántica del amor con un toque pícaro (Madeleine Leclérc), y a la crueldad humana tapada con el velo de la respetabilidad social (doctor Royer-Collard). Una interactuación entre personalidades absolutamente incompatibles, salvo en el caso de Madeleine y el marqués de Sade, que generará situaciones caracterizadas por la brutalidad en los actos, y donde el marqués no será precisamente el que salga peor parado de cara a la opinión del espectador una vez finalizada la visualización de esta película.

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La constante principal en esta trama será la obsesión del marqués de Sade por escribir sus obras a pesar de las dificultades, siendo el abate y el doctor Royer-Collard los que hagan todo lo posible por evitarlo, sobre todo el manipulador e inmisericorde doctor. Al comienzo de la película, el marqués de Sade se encuentra escribiendo su famosa obra “Justine” (obra literaria ya reseñada en Lux Atenea) de forma oculta a los ojos del abate, entregando sus escritos a la joven Madeleine a la que tiene fascinada. Ella luego se encarga de ponerse en contacto con los editores para que lo publiquen. Cuando tan provocativa obra ve la luz pública y se convierte en un escándalo social, será el propio emperador Napoleón el que dé poder al doctor Royer-Collard para que inspeccione la residencia psiquiátrica de Charenton y evite que el marqués de Sade continúe escribiendo. Cada drástica medida tomada será inteligentemente respondida por el marqués, y cuando le retiran los papeles, la tinta, y las plumas para escribir, utilizará las sábanas como lienzo, el vino como tinta, y un hueso de pollo como pluma. Cuando es descubierta esta argucia, el marqués de Sade usa su propia sangre como tinta y su ropa como lienzo para escribir su obra. Cuando este sistema tampoco le acaba sirviendo, a falta de un método de escritura termina organizando una ingeniosa forma de continuar su actividad literaria: a través de un agujero en la pared le va diciendo las frases que componen su obra a otro paciente ingresado, y este en una cadena con otros pacientes al final acaban dictándoselo a Madeleine para que los vaya escribiendo. Pero cuando incluso este sistema es descubierto, en una situación tan límite y desesperada, al final un moribundo marqués de Sade aún continuará escribiendo usando sus excrementos en las paredes de su celda, desafiando al abate y al doctor enfrentados el creador literario cuyas obras son consideradas como un peligro para la sociedad. Lo más ruin e hipócrita llegará años después, una vez muerto el marqués de Sade, cuando el doctor Royer-Collard ponga a los pacientes de la residencia a trabajar imprimiendo las obras del marqués de Sade por el lucrativo negocio literario que genera. Una muestra más de la hipocresía que tienen en esta vida quienes dan lecciones morales y éticas.

“Es la primera regla de la política: el hombre que ordena la ejecución jamás hace caer la hoja.”

El choque entre el marqués de Sade y el abate es desigual y claramente a favor del marqués. Conoce bien sus debilidades carnales, y explota ese talón de Aquiles que rompe su equilibrio interior basado en la religión para provocarle aún más y enfrentarle a sus miedos, temores, e incontrolables pasiones. El abate trata de contener la pasión que siente hacia Madeleine, y esa tentación irá en aumento hasta llegar a una siniestra pesadilla protagonizada por él donde el cuerpo presente de Madeleine es ultrajado. Un shock emocional que pasará factura al abate, junto a las acciones extremas que éste ejecutará contra el marqués de Sade en una horrenda y macabra deriva que irá mostrándose cada vez más brutal según vaya aumentando su debilidad. Cuando el doctor Royer-Collard haga acto de presencia en la residencia es cuando estas acciones se llevarán al extremo más absoluto, y el marqués de Sade conoce muy bien al doctor nada más verlo porque es otro ser humano igual o más envilecido y degenerado que él. La sátira representación teatral que el marqués dirige en la residencia, de temática inspirada en el recién llegado doctor, se convierte en una de las escenas inolvidables de esta película por su mensaje sarcástico e irónico sobre la verdadera personalidad del doctor. Un espejo en el cual se refleja su realidad oculta ante el público asistente sin velo ni máscara alguna, clamando venganza por su osado atrevimiento. Un desvelo ácido y directo de su hipocresía que es donde la mente del marqués de Sade se encuentra como pez en el agua a la hora de describir y de representar la terrible realidad del ser humano. Sade conoce muy bien cómo piensa y actúa el doctor porque él es igual, pero sin la máscara social de lo respetable, y este es el motivo por el cual desvela la realidad humana en sus obras literarias a través de la descripción de actos dignos del más macabro y horrible infierno.

“Os recuerdo que yo no he creado este mundo. Sólo lo documento.”

Qué grandeza artística mostrada por el director Philip Kaufman a la hora de crear escenas imborrables en la mente del espectador, siendo uno de los apartados cinematográficos donde destaca este largometraje de forma sobresaliente. Con actores de esta categoría entregados en cuerpo y alma a la interpretación de sus respectivos papeles, solamente queda la maestría artística del director para crear la magia cinematográfica en la gran pantalla. Los cinéfilos lectores de Lux Atenea quedarán fascinados viendo extraordinarias escenas como el drama y la desesperación que se respira en la ejecución de Mademoiselle Renard, en la terrorífica visión de la institución dirigida por el doctor Royer-Collard y los brutales métodos de rehabilitación que aplica a sus pacientes, en la decoración un tanto bizarra de la celda del marqués de Sade, observando la inquisitorial silla calmante del doctor Royer-Collard, con el brutal trato que el doctor da a su jovencísima esposa Simone, en la inteligente escena donde el doctor va manipulando a la esposa del marqués para orientarla hacia sus intereses, en la secuencia donde se ve a Simone camuflando el libro “Justine” para poder leerlo sin miedo de ser descubierta por la inquisitiva mirada del doctor, con la sublime imagen del marqués de Sade vestido con el traje donde ha escrito los nuevos capítulos de su obra (¡¡¡impresionante!!!), o en la tensa e impactante escena del abate con el marqués de Sade encadenado, y el crucifijo. “Quills”, el Séptimo Arte convirtiendo al polémico marqués de Sade en protagonista y perverso antihéroe en esta magna película. ¡¡¡Disfrútenlo!!!

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Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.

“LA CARNE Y EL DEMONIO (the flesh and the fiends)”, 1959 (Reseña / Review #1735).

Reseña Cultural nº: 1735 // Reseña Media nº: 88
Reseña actualizada. Publicada el 8 de septiembre del año 2014 en Lux Atenea.

Director: JOHN GILLING
Guión: JOHN GILLING y LEON GRIFFITHS
Actores principales: PETER CUSHING (Dr. Robert Knox), JUNE LAVERICK (Martha Knox), DONALD PLEASENCE (William Hare), GEORGE ROSE (William Burke), JOHN CAIRNEY (Christopher Jackson), BILLIE WHITELAW (Mary Patterson), RENEE HOUSTON (Helen Burke), DERMOT WALSH (Dr. Geoffrey Mitchell), MELVYN HAYES (Jamie)
País: REINO UNIDO Año: 1959 Productora: TRIAD PRODUCTIONS LTD.
Duración aprox.: 94 minutos
Publicado en España por: CINEMA INTERNATIONAL MEDIA, S.L.
Año: 2013 Formato: DVD (EDICIÓN COMPRADA)

DVD LA CARNE Y EL DEMONIO the flesh and the fiends

Este largometraje no es una película de terror más. Es cine británico de culto. Rodada por el director inglés John Gilling (1912-1984) en el insustituible y cautivador celuloide en blanco y negro, “La Carne y el Demonio” es una película que, por su lúgubre y escabrosa temática, me ha hecho recordar el inolvidable relato corto “Los Ladrones de Cadáveres” incluido en el libro “El Diablillo de la Botella y otros relatos” de Robert Louis Stevenson (ya reseñado en Lux Atenea Webzine). Cuando, a principios del siglo XIX en Reino Unido, los médicos y científicos empiezan a necesitar cadáveres para sus investigaciones, se crea un lucrativo negocio encargado de abastecerles de cadáveres. Durante los siguientes años, la necesidad de cubrir esa demanda llevará a los conocidos como ‘ladrones de cadáveres’ a multiplicar sus acciones, y a extender una psicosis entre la ciudadanía debido al considerable incremento de robos de cuerpos de fallecidos de sus propias tumbas que se empieza a detectar en los cementerios de todo el país. A tal extremo llegará esta psicosis y el miedo de la gente a que roben el cuerpo del familiar muerto que, incluso, llegarán a poner jaulas con fuertes barrotes en las tumbas para que los ladrones de cadáveres no se los puedan llevar. Por lo tanto, cuando vean una de estas tumbas con jaula en persona o en imagen, piensen que ésta no se instaló porque el fallecido fuera un vampiro como he llegado a escuchar decir (o incluso leer) a algunos fantasiosos expertos en medios de información, sino que realmente se construían para que no fuera robado el cuerpo del fallecido por los ladrones de cadáveres en aquella época. Cuando la demanda llega a ser tal que los precios que se pagan por los cadáveres son desorbitantes, algunas personas dedicadas a este macabro comercio no dudaron en llegar al asesinato para poder satisfacer ese mercado, contando siempre con la complicidad de los compradores que no solían preguntar nunca el origen de ese cuerpo entregado, aunque creo que estos mismos compradores acababan conociendo la verdad sobre su muerte en cuanto tuvieran conocimientos médicos o forenses, y observaran y analizaran el cadáver. Una sangrienta historia de terror y misterio en la cual está basada la trama de este largometraje de culto dentro de este género cinematográfico, y que los cinéfilos lectores de Lux Atenea podrán visualizar en esta magnífica edición de la película en formato DVD publicada por Cinema International Media en 2013. Sin duda alguna, “La Carne y el Demonio” es una clara muestra del mejor cine británico de horror con ese arte y ese estilo inconfundible que le caracterizó a la hora de rodar tan magnas y siniestras escenas.

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La trama de “La Carne y el Demonio” está basada en los hechos reales ocurridos en la ciudad de Edimburgo en el año 1828, lugar donde el doctor Robert Knox llegó a comprar para sus investigaciones médicas algunos cadáveres de personas que habían asesinado William Burke y William Hare para hacer este tipo de negocios. Una historia que comienza con la tenebrosa e impactante escena de la llegada de los ladrones de cadáveres al cementerio donde, tras dirigirse a una tumba, proceden a excavarla para sacar al fallecido. La fuerza visual de la cruz como silencioso testigo del robo del cuerpo, envía con macabra nitidez al espectador ese vandálico y repudiable acto de sacrilegio en una tumba con el único móvil del beneficio económico. Un contraste absoluto entre la visión sagrada del mundo de los muertos y el impulso materialista donde todo es válido con tal de ganar dinero. A continuación, aparecerá la aparente normalidad con la llegada de Martha Knox (actriz June Laverick) a la Academia de Anatomía del doctor Knox en Edimburgo, y su encuentro con el doctor Geoffrey Mitchell (actor Dermot Walsh). Tras presenciar el discurso del doctor Robert Knox (interpretado por el legendario actor Peter Cushing) ante sus alumnos, tío y sobrina se ven tras la larga temporada vivida en la ciudad de París pero Martha desconoce algunos terribles secretos que allí se ocultan. La trama irá desarrollándose poco a poco en torno a los dos ladrones de cadáveres con William Hare (actor Donald Pleasence) como desalmado cerebro que no deja pasar una ocasión para conseguir dinero, y William Burke (actor George Rose) como ayudante con un coeficiente intelectual un tanto limitado. Sus ansias de conseguir dinero fácil les llevará a cometer un asesinato tras otro, y ese sangriento círculo vicioso de muerte, dinero, y cuerpos humanos para la investigación empezará a implicar al propio doctor Knox al encubrir la actividad de estos dos asesinos, vertebrando en una trama que se cerrará con este espectacular e inquietante final. Una historia de horror que se vuelve absolutamente creíble a los ojos del espectador gracias al extraordinario nivel de interpretación mostrado tanto por sus actores principales como por los secundarios, creando la conexión mental y la ambientación perfecta para alcanzar esta magia artística y emocional que fundamenta la esencia del cine como espectáculo inigualable.

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Visualizar esta película es una experiencia difícil de olvidar por la tenebrosa belleza de sus imágenes, rodadas en blanco y negro con el formato panorámico del sistema Dylascope, proyectando una ambientación tan lúgubre en sus escenas más siniestras que fascinará a los cinéfilos lectores de Lux Atenea, sobre todo con esta impresionante banda sonora de estilo clásico compuesta con maestría por Stanley Black. Un largometraje inolvidable dentro del mejor cine británico de horror que les impresionará con sus escenas e imágenes, como al contemplar esas fugaces y densas brumas presentes en el cementerio cuando estos dos ladrones están tirando de las cadenas para sacar un muerto de su tumba, la siniestra visión del sirviente llevando el esqueleto cuando llega Martha a la Academia de Anatomía, la cara de desprecio del doctor Knox cuando delante de su sobrina el alumno Christopher Jackson (actor John Cairney) le anuncia la llegada de un nuevo cadáver para diseccionar, o en el gran contraste existente entre las lujosas y luminosas escenas relacionadas con la vida cotidiana del doctor Knox en su faceta pública y familiar, respecto a las obscuras, claustrofóbicas, sombrías, y decadentes secuencias directamente relacionadas con el turbulento mundo en el que se mueven estos dos ladrones. “La Carne y el Demonio” les cautivará con el ambiente libertino y voluptuoso que se vive en la taberna The Merry Duke, con el debate filosófico entre la Ciencia y la religión en relación a los cadáveres y al alma que fundamenta una de las escenas más importantes de esta película, o con el profundo shock psicológico que aparece cada vez que sumergen un cadáver en salmuera. Un entorno decadente que se observa en las sucias y angostas calles que presenta el barrio donde se mueven estos dos ladrones, también observando los gestos en sus terribles caras cuando asesinan a la anciana Aggie, o la espeluznante imagen del cadáver de Mary Patterson tapado con la sábana (actriz Billie Whitelaw) y la simbólica figura del esqueleto detrás. Pero en esta película también está presente la acción marcada por la tensión y la desesperación, como la brutal escena protagonizada por Jamie (actor Melvyn Hayes) y los dos ladrones de cadáveres, o la impresionante secuencia de los ciudadanos con antorchas reclamando justicia, una de las mejores escenas rodadas en este largometraje. Impresiona ver la flemática actitud del doctor Knox ante sus alumnos en un aula prácticamente vacía y con las protestas de la gente como sonido de fondo, en un virtuosismo interpretativo como solamente un actor de la categoría de Peter Cushing es capaz de realizar, o ver el cruel destino que le espera a William Hare cuando es puesto en libertad, además de la sencilla y reveladora escena del doctor Knox y la niña que le hace ver y comprender en un instante la auténtica realidad de sus actos. Una vez visualizada esta extraordinaria obra cinematográfica, no duden que el juicio moral y ético en su final siempre quedará en manos de cada espectador en función de sus valores personales. Tradición y religión versus Ciencia y laicismo. “La Carne y el Demonio”, una de las mejores películas sobre la tétrica temática de los ladrones de cadáveres del siglo XIX y el turbio negocio que el mundo de la Ciencia creó con su demanda. ¡¡¡Disfrútenlo!!!

LA CARNE Y EL DEMONIO the flesh and the fiends 1959

Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.