FRIEDRICH HÖLDERLIN “ODAS” (Reseña #1939).

Reseña Cultural: 1939 // Reseña Literaria: 447
Reseña actualizada. Publicada el 12 de marzo del año 2013 en Lux Atenea.

Publicado por: EDICIONES HIPERIÓN, S.L.
ISBN: 84-7517-621-6
Edición: 1999 (EDICIÓN COMPRADA)
Páginas: 220

FRIEDRICH HÖLDERLIN ODAS HIPERION

“Pues ellos, los que nos prestan el fuego celestial,
los dioses, nos regalan también dolor sagrado.”

Las creaciones poéticas más gloriosas y perfectas del Romanticismo estuvieron siempre firmadas por el genial artista alemán Friedrich Hölderlin (1770-1843), talento literario incomparable e irrepetible convertido ya en uno de los pilares culturales decimonónicos de Lux Atenea, teniendo una relevancia fundamental en esta aventura informativa iniciada en el año 2006. En esta ocasión, de mi biblioteca he seleccionado la preciosa edición del libro “Odas” publicada por Ediciones Hiperión en 1999, como nuevo tributo a este gran maestro del Arte poético. Una obra de imprescindible lectura para poder conocer y sentir con nitidez y pasión, el espíritu del poeta romántico por excelencia, ya que estas odas no son poemas, sino medicina y estímulo para el alma. Algunas odas escritas por Friedrich Hölderlin también reflejan oscuridad por el enturbiamiento del espíritu que se percibe claramente en la fragilidad y en el debilitamiento psicológico del ser. A mayor intelecto, mayor sensibilidad, y a mayor sensibilidad, mayor dolor, mientras el individuo vive inmerso en esta Humanidad que ha vendido su alma colectiva a lo banal y a lo superfluo. La pérdida o la degeneración del intelecto es algo inasumible para el alma romántica porque la inteligencia es una de las fuentes de luz existencial más apreciadas, y la corrupción de la misma no lleva a otro estado que al progresivo encallecimiento emocional del alma como consecuencia de ese amargo proceso. Algo inaceptable en el espíritu romántico ya que alma e intelecto están directamente unidos, perfilando su visión del Amor como Ideal. Un Amor sentido interiormente como una exaltación de las emociones, y un sublime esplendor de los sentimientos a través de una armonía perfecta y un equilibrio universal de consecuencias trascendentes más allá del tiempo. Una noción del tiempo que, en Friedrich Hölderlin, ve sentidos sus efectos más allá de esa visión simplista, angustiosa, y limitadora de la vida que ese mismo tiempo tiene para la mayoría de las personas. Seres ajenos al espíritu romántico que sienten el paso del tiempo en sus vidas como una dramática danza por el cortante filo de la espada de Damocles impulsados por sus egoísmos y sus siniestros intereses, y donde siempre acaban cayendo al abismo infernal como epílogo de su decadencia espiritual.

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“¿Dónde si no mora la vida humana,
ahora que serviles inquietudes todo lo condicionan?
Por eso vaga el dios también indiferente
hace tiempo sobre nuestras cabezas.”

Las odas escritas entre los años 1796 y 1802 se han terminado convirtiendo en uno de los caminos literarios más amplios y precisos para poder conocer a este genio con una mejor perspectiva y con mayor profundidad. Hay que tener siempre presente que la inspiración y el mensaje que les dio vida tienen también dos caras como Jano Bifronte, presentándose Friedrich Hölderlin exultante y radiante en unas y, en otras, anímicamente marchito y nostálgico como si fuera una acertada profecía del spleen que marcaría al decadentismo a finales del siglo XIX. Eso sí, Friedrich Hölderlin es mucho más espiritual y místico que los poetas y escritores decadentistas, siendo su aflicción sentida como enfermedad en el alma que como trágica desventura existencial y carnal muy cercana al nihilismo moderno en su trasfondo. Friedrich Hölderlin está entregado en cuerpo y alma a lo sagrado, a lo divino, a esas entidades de trascendente influencia en nuestra vida a los que llama ‘celestiales’, y cuya aparición en estos poemas enlaza su mensaje más profundo con lo extático y con lo contemplativo. Por este motivo, no dejará de mitificar a la Antigua Grecia como eje cultural, ético, y moral, teniendo la mitología griega una amplia presencia en estos versos con Helios, Atenea, Urania, Zeus, Quirón, Heracles… como referencias ineludibles. Un gran maestro de la Poesía que anhela el retorno de una nueva Edad de Oro en Europa que, a principios del siglo XIX, parecía una realidad intelectual inminente ante ese incomparable, resplandeciente, y creciente esplendor cultural romántico que parecía que iba a cambiar totalmente aquel mundo. Pero, en tan sólo tres décadas, todo ese innovador escenario cultural quedará finalmente convertido en un gótico cementerio cubierto de tumbas con jóvenes cuerpos en su interior, quedando Friedrich Hölderlin hasta prácticamente mediados de siglo como solitario superviviente de esa Era Dorada irrepetible. Friedrich Hölderlin conocerá la exigencia casi inalcanzable que los dioses aplican al individuo entregado en cuerpo y alma a lo espiritual, y esa hecatombe cultural que vivirá a su alrededor le resultará amarga por su trágico e incomprensible sentido.

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“El espíritu intrépido vuela cual águila
hacia la tormenta, presagiando a sus
dioses venideros.”

En aquella época, Friedrich Hölderlin está afligido pese a estar en la cumbre de su éxito literario porque se siente fuera de lugar en un mundo y una sociedad completamente entregada a lo material y a lo carnal. Además, el alejamiento obligado de su amor ideal, Susette (madre de uno de sus alumnos a la cual hará referencia en estos versos como Diotima), romperá de forma irreparable a su corazón ante el fracaso absoluto de ese amor convertido ya en platónico. Un fracaso que no asimilará, ya que ello significaría una pérdida de la pureza del Amor, dejándose llevar por las olas del destino a partir de entonces como si fuera un resignado náufrago perdido en la inmensidad del océano. Su progresiva dinámica de decaimiento anímico le aislará del mundo hasta perder la cordura, ya que no tiene nada que le ate a aquella sociedad sumergida en lo mundano y en lo intrascendente. Una sociedad y una comunidad que valora precisamente todo lo contrario a lo que da sentido a su vida. Este ilustre poeta tiene a Dios, al Amor, al Ideal, y a la Cultura como pilares irrenunciables de su ser para poder seguir viviendo, y muchas veces se presentará crítico con el espíritu humano de forma muy pragmática porque ese espíritu humano siempre se manifiesta oscuro y trágico en la gran mayoría de sus acciones. En estas páginas, los bibliófilos lectores de Lux Atenea comprobarán cómo Friedrich Hölderlin tenía una sensibilidad muy especial para detectar lo sagrado, siendo en presencia del esplendor de la Madre Naturaleza y de sus fuerzas místicas de sublime belleza donde encuentra esa conexión directa del alma romántica con la divinidad, alcanzando su excelsa poesía la más sublime perfección en el poema “Los Dioses”. Además, será en los versos de “El Espíritu Del Tiempo” donde el tiempo se presente siempre como benefactor para el alma romántica, e inexorablemente letal y abrasivo para el espíritu de las almas corruptas. Impresiona el uso sutil y directo que hace del simbolismo metafórico, siendo muy claro en estos versos a través de la discreta presencia del granado, del laberinto, del puente… hasta comparar incluso al volcán Etna con un sagrado cáliz, ardiente en su profundo y complejo sentido espiritual.

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“Y tal como a sus polluelos arroja del nido
el águila, para que busquen a sus presas
por los campos, también a nosotros
nos empujan sonrientes los dioses.”

En estas odas, Friedrich Hölderlin también exalta a las mujeres como herederas del legado de los Dioses, siendo también sacerdotisas del Amor puro como virtud divina. Englobados dentro de esa perspectiva cultural y mística, las raíces de sus versos inexorablemente se encuentran unidas a la Cultura Clásica y con la presencia destacada de Horacio, Platón, Empédocles, Sófocles…en estas odas, incorporándose un elemento esencial en su sentido de la vida como es la patria como eje fundamental del individuo. Friedrich Hölderlin glorifica la tierra natal como substrato y esencia que harán crecer al ser a lo largo de su vida en una unión prácticamente mística, estableciendo un nexo irrompible entre lo divino, lo sagrado, la tierra natal, y la nación. Un conjunto global y universal donde la Cultura y la Madre Naturaleza engrandecen, donde la ética, la firmeza, y el valor crean la garantía de futuro y de prosperidad, y donde lo espiritual junto a la trascendencia de lo sublime conectan al individuo con lo sagrado, convirtiendo el corte del hilo de su existencia ejecutado por la parca Morta como el paso ineludible hacia la eternidad. “Odas”, Romanticismo y poesía como supremas cualidades artísticas y espirituales. ¡¡¡Disfrútenlo!!!

“Demasiado bondadosos son los genios.”

FRIEDRICH HÖLDERLIN ODAS

Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.

FRIEDRICH HÖLDERLIN “LAS GRANDES ELEGÍAS (1800-1801)” (Reseña #1882).

Reseña Cultural: 1882 // Reseña Literaria: 393
Reseña actualizada. Publicada el 28 de noviembre del año 2012 en Lux Atenea.

Publicado por: EDICIONES HIPERIÓN, S.L.
ISBN: 84-7517-114-1
Edición: 1998 (EDICIÓN COMPRADA)
Páginas: 119

FRIEDRICH HOLDERLIN LAS GRANDES ELEGIAS 1800 - 1801 HIPERION

“¿Por qué las danzas sacras no expresan ya alegría?”

Los melancólicos vientos literarios del siglo XIX vuelven a presentarse en Lux Atenea teniendo como protagonista a uno de los genios del Romanticismo alemán por excelencia: Friedrich Hölderlin (1770-1843). Con una poesía lírica prácticamente insuperable, en esta obra dedicada al lamento con lágrimas literarias llamada elegía, el maestro Friedrich Hölderlin absorbe la magia de lo mitológico para ofrecer al lector esa sensibilidad poética propia del adorador del Ideal. Un espíritu y una voluntad que se mueven internamente en busca de esa perfección llamada Ideal que, en “Las Grandes Elegías (1800-1801)”, queda profundamente condicionada por la ética y la moral del mito a través de la constante presencia de dioses y diosas griegos a lo largo de estas páginas tocadas por la Belleza más sublime. Una llama originada en la sensible alma decimonónica donde mirada y espíritu quedan atrapados en lo carnal, obligando al ser a mirar al Cielo en su intento de poder comprender su aciaga situación. Un culto artístico al individualismo de corte espiritual que, en este glorioso halo poético con brillo apolíneo originario de la antigua Grecia, en el siglo XIX lo tradicional empezaba a divisar el monstruo de la modernidad en el horizonte ya en sus primeras décadas. Una modernidad hija del Siglo de las Luces que no habla el lenguaje del espíritu y del alma, sino que practica el arte de lo material para embrujar al cuerpo y al Ego con su promesa de sueños que nunca se harán realidad. Pero Friedrich Hölderlin no entiende ese lenguaje fugaz, intrascendente, y un tanto frívolo basado en la hegemonía de la Razón y de lo físico. De por sí, ni se molesta en pararse a entenderlo porque los aires sagrados del Romanticismo son los que le dan vida en medio de esa vorágine racionalista, y estas elegías no son más que el reflejo poético de esos ideales en los cuales se asienta su personalidad, adquiriendo una perspectiva vital y espiritual que jamás le abandonará a lo largo de su existencia.

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“Los amados de los dioses piensan en la gloria a ellos destinada,
y los hijos de Atenas no contienen su genio que desprecia la muerte.”

En la temporada invernal, el libro “Las Grandes Elegías (1800-1801)” encuentra el escenario perfecto para que el lector pueda integrar su lírica a través de ese periodo de paralización psicológica de la consciencia del tiempo llamada reflexión. Un estado de consciencia muy especial que, en entornos propios del estío, no puede llegar a profundizar con la misma facilidad en capas más trascendentes donde lo metafísico queda lejos ante la intensa energía de la luz que nos rodea, y en ambientes cálidos que aplacan el vigor filosófico. En cambio, el invierno es perfecto para adentrarnos en esos terrenos espirituales y metafísicos que tanto nos estimulan, sensibilizando a nuestra alma al encontrar su alimento natural. En el invierno es cuando nombres y lugares como Atenas, Jonia, Salamina, Esparta, Hesperia, Olimpia, Tebas, Parnaso, Atenea, Delos, Creta… adquieren su significado poético más directamente unido a la cultura europea, despertando en nuestra mente ese ánimo irreverente y desafiante que siempre ha caracterizado a Occidente. Estas excelsas elegías son eso mismo, poética en la que se visualiza el Ideal. Elegías donde el espíritu romántico incluso se permite disfrutar del esplendor dionisiaco, porque solamente las almas cultas son capaces de apreciar tan preciados y exquisitos manjares artísticos. Este extraordinario libro es una ilustre obra para degustar plácidamente si, desde que tuviste uso de razón, caíste poseído irremediablemente por el espíritu de la cultura occidental. Una perspectiva existencial que el talento del maestro Friedrich Hölderlin supo cómo pulirla con palabras y sentimientos hasta dejarlos tan brillates y puros como si los mismos dioses se lo hubieran revelado. “Las Grandes Elegías (1800-1801)”, sin duda alguna, obra maestra del Romanticismo alemán de imprescindible lectura. ¡¡¡Disfrútenlo!!!

“Aún hay por descubrir mucha grandeza, y quien amó,
quien tanto amó, debe tomar la senda de los dioses.”

FRIEDRICH HOLDERLIN LAS GRANDES ELEGIAS 1800 - 1801

Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.