Reseña Cultural: 1549 // Reseña Literaria: 224
Reseña actualizada. Publicada el 15 de julio del año 2018 en Lux Atenea.
Quiero dar las gracias a JOSÉ MONTFORT por su cortesía al enviarme este promocional físico.
Publicado por: JUS, LIBREROS Y EDITORES S. A. de C. V.
ISBN: 978-607-9409-87-6
Edición: Diciembre 2017 (RECIBIDO COMO PROMOCIONAL)
Páginas: 136
Cuando nos quedamos con la crème de la crème literaria del Romanticismo decimonónico, indiscutiblemente tenemos que incluir en esa exquisita selección cultural al grandioso y elegante escritor inglés Thomas de Quincey (1785-1859). De perspectiva racionalista y lógica, e inevitable trasfondo polémico en el mensaje transmitido en la mayoría de sus obras, para el bibliófilo, leer a Thomas de Quincey siempre es una auténtica delicia a pesar de los dos siglos que prácticamente han transcurrido desde la presentación de su primera obra “Confesiones de un inglés comedor de opio” (1821). Una autobiografía por entregas a través de la cual presentaba sus credenciales literarias, perfilando ya su estilo a la hora de escribir con una elegancia aristocrática cargada de ironía y de acidez, y resaltando inteligentemente ese trasfondo intelectual donde la moral y la ética no siempre quedan muy bien paradas. Es precisamente su capacidad analítica y su estilo lírico, bello y afilado a su vez, donde Thomas de Quincey se mueve con soltura y con brillantez mediante mensajes y conclusiones que hacen pensar al lector durante la lectura de su obra. Prueba de ello es el presente libro “Judas y otros ensayos sobre lo divino y lo humano”, donde sus pensamientos se transforman en deliberación y en inteligente revelación intelectual. Así podrán descubrirlo, sentirlo, y disfrutarlo los bibliófilos lectores de Lux Atenea que adquieran un ejemplar de esta sencilla y elegante edición publicada por Jus, libreros y editores, y que fue presentada oficialmente el pasado mes de diciembre de 2017. Una joya literaria que no debería faltar en la selecta biblioteca de un apasionado lector y en sus lecturas realizadas durante este periodo estival, porque esta literatura de alto nivel provoca fascinación. Si además viene decorada con pinceladas reflexivas que lo envuelven, convirtiendo al lector en partícipe de ese debate intelectual, entonces el título de esta obra y el nombre de su autor quedarán grabados en su memoria in aetérnum. Este es el caso de los cuatro ensayos que vertebran esta obra, comenzando por el primer ensayo titulado “Judas Iscariote”. En esta interesante reflexión, fundamentada de excelente forma por Thomas de Quincey basándose en datos y en opiniones teológicas previas provenientes de autoridades religiosas alemanas, pone en tela de juicio la maldad o no de Judas Iscariote en su acto de traición a Cristo. Incluso, llega a hablar de que Judas fuera parte de un plan previamente establecido por Jesucristo para provocar una reacción pública y social por él deseada en el tiempo. En ese supuesto caso, Judas Iscariote no sería más que una pieza más en los inescrutables designios divinos.
Ahondando más y más en este drama religioso que tanto impacto ha tenido en la comunidad cristiana desde hace siglos junto a la crucifixión de Cristo, Thomas de Quincey va exponiendo varias perspectivas con sumo detalle a través de las cuales el lector empieza a cuestionar la versión oficial comúnmente aceptada. Una inmersión en las razones que pudieron llevar a Judas Iscariote a traicionar a Jesucristo por dinero que se va volviendo cada vez más compleja hasta llegar al inexorable choque entre lo racional y la fe, como suele suceder en la mayoría de los casos cuando se abordan temas religiosos desde una perspectiva racional. Al final, todo queda reducido a la fe, y a la creencia o no creencia en los textos sagrados, pero el poso intelectual siempre queda ahí, latente. Lo curioso es que la incoherencia aparece incluso en los mismos textos sagrados oficiales cuando se hace referencia a la muerte del propio Judas Iscariote. Por lo tanto, el choque frontal entre Razón y Religión es inevitable cuando la contradicción en los propios textos sagrados es clara y contundente. Con oportunas y esclarecedoras anotaciones haciendo referencia a la magna obra “El Paraíso Perdido” del ilustre poeta inglés John Milton (1608-1674), junto a la mención de otros grandes genios de la literatura como el escritor y poeta inglés William Shakespeare (1564-1616), los dramaturgos franceses Jean Racine (1639-1699) y Pierre Corneille (1606-1684), el escritor irlandés Laurence Sterne (1713-1768), o el clérigo inglés Jeremy Taylor (1613-1667), la lectura del ensayo “Judas Iscariote” se convierte en una perspectiva religiosa de lo más reveladora, y con la ética, la moral, y la psicología dando forma a las opiniones del autor sobre este discípulo de Cristo. Señalado históricamente como uno de los máximos representantes del Mal en la iconografía cristiana, qué acto en este mundo puede ser más diabólico y malvado para un cristiano que traicionar por dinero a Cristo, a aquel que vino a salvar a la Humanidad de todas sus penurias y desgracias. Una traición cuya versión oficial queda en entredicho, sustentado en sólidas razones aquí expuestas por Thomas de Quincey. Eso sí, en este análisis del libro, no entro en valoraciones personales y religiosas que puedan tener los bibliófilos lectores de Lux Atenea sobre si existieron históricamente Jesucristo y/o Judas Iscariote. Este es otro tema no abordado en la presente obra y que no lo desvirtúa en absoluto, ya que prima en este libro su trasfondo intelectual.
En el ensayo “Sobre La Guerra”, de nuevo Thomas de Quincey pone encima de la mesa un tema delicado abordado desde una perspectiva muy polémica. Este ensayo viene motivado por la visión pacifista de la Cristiandad en relación a la abolición de la guerra en el mundo, una visión que Thomas de Quincey considera romántica y propia de un sueño, e incluso frívola y alejada completamente de la auténtica realidad humana. Una visión pacifista también adoptada por los abolicionistas ingleses en su sociedad a partir de la consolidación del Imperio Británico tras su victoria en las guerras napoleónicas a principios de siglo XIX, disfrutando desde ese momento de una posición hegemónica a nivel mundial basada en su superioridad naval que le garantizaba grandes beneficios económicos por el control del comercio marítimo que ejerce. En opinión del autor, la guerra es necesaria en la sociedad humana porque resuelve esos conflictos internos inherentes en nuestra especie, y que se reflejan en el perfilamiento y en el choque entre diferentes perspectivas e intereses creados dentro de ella por grupos humanos antagónicos. La influencia del dinero en la sociedad, la relación directa que existe entre la industria militar y el capital, y, sobre todo, por esa obscura y maléfica semilla interior latente en lo humano, imposibilitan la desaparición de la guerra en nuestra sociedad y en la Humanidad. Además, Thomas de Quincey va describiendo con detalle las terribles consecuencias que tendría esa prohibición de la guerra en un mundo vertebrado por naciones, llegando a la conclusión que la civilización solamente es posible desde la posición de un Estado fuerte donde la guerra es la última opción en su política. Si una sociedad o una nación trata de abolir la guerra para garantizar la paz y un mundo mejor, según explica Thomas de Quincey, será inevitable su caída debido al colapso del sistema y a la inminente barbarie que esa medida provocaría.
Además, en el ensayo “Sobre La Guerra”, Thomas de Quincey también analiza de forma minuciosa esa esencia humana unida al egoísmo y a la avaricia insaciable que imposibilitan cualquier posibilidad de éxito en esa acción pacifista. La metáfora que utiliza al comienzo de este ensayo basada en un pilar de granito en Ceylán, es lógica y racionalmente extraordinaria, y unido a la presencia del genial historiador griego Heródoto (484 a. C. – 425 a. C.) y del filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804), configuran una base intelectual magistral. A continuación, el suicidio será el siguiente tema controvertido que Thomas de Quincey analizará. En “Sobre El Suicidio”, bajo la influencia conceptual de John Donne (1572-1631), decide aclarar los versos de este ilustre poeta inglés rebatiendo la opinión pública que sobre ellos existe, revelando su trasfondo existencial relacionado con la dignidad humana. A nivel intelectual, Immanuel Kant vuelve a estar presente junto a Voltaire (1694-1778), dando solidez filosófica a sus argumentos en el ensayo más corto de los cuatro que vertebran este libro. Finalmente, en “La Superstición Moderna”, el choque es total entre la religión y la superstición con el racionalismo y la modernidad. De por sí, este ensayo termina convirtiéndose en una serie de argumentos contra esas creencias paganas cuyas raíces se hunden en la superstición popular tradicional, convirtiéndose en un muestrario de supersticiones que procede a describir y analizar, sorprendiéndonos con las creencias supersticiosas que tuvo Napoleón Bonaparte (1769-1821) durante su vida y que condicionaron sus decisiones personales y militares de manera crucial.
A nivel cultural, en “La Superstición Moderna”, la impresionante obra “Metamorfosis” de Ovidio (43 a.C. – 13 a.C.) se convierte en su eje principal inicial donde este augusto poeta romano relaciona los poderes invisibles en este mundo con los sentimientos humanos, apareciendo John Milton con su interesante perspectiva espiritual para luego surgir el poeta griego Homero de forma apoteósica en relación a las plegarias y ritos descritos en sus obras. El poeta romano Virgilio (70 a.C. – 19 a.C.) también aparecerá debido a la fama de nigromante y de adivino que tenía en la Edad Media para que, luego, de la mano del poeta inglés William Cowper (1731-1800), del escritor y filósofo francés Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), del poeta y filósofo alemán Friedrich Schiller (1759-1805), y del ilustre escritor alemán Goethe (1749-1832), nos adentremos en el obscuro mundo de los oráculos, de los animales totémicos, de las mancias, de los fantasmas, y de los signos de mal agüero. Una vez terminada la lectura y análisis de esta extraordinaria obra, los bibliófilos lectores de Lux Atenea comprenderán muy claramente por qué algunos grandes maestros de la literatura de los siglos XIX y XX como Charles Baudelaire, Edgar Allan Poe, o Jorge Luis Borges, cayeron rendidos ante tanto talento artístico reflejado en estos escritos, influyendo posteriormente en muchas de sus obras más famosas. Tal es la grandeza de Thomas de Quincey y, tristemente, tal es el desconocimiento de la magna esencia cultural de este escritor inglés en la ciudadanía actual. Esperemos que esta preciosa edición contribuya a aumentar el porcentaje de lectores fascinados con estas joyas literarias y con su autor. “Judas y otros ensayos sobre lo divino y lo humano”, augusta delicatessen decimonónica capaz de cautivar al lector del siglo XXI, e invitarlo a esa reflexión con fundamento que cada vez escasea más en esta sociedad posmoderna. ¡¡¡Disfrútenlo!!!
Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.