Reseña Cultural nº: 1760 // Reseña Media nº: 113
Reseña actualizada. Publicada el 4 de noviembre del año 2013 en Lux Atenea.
Director: DARREN ARONOFSKY
Guión: DARREN ARONOFSKY
Actores principales: SEAN GULLETTE (Maximillian Cohen), MARK MARGOLIS (Sol Robeson), BEN SHENKMAN (Lenny Meyer), PAMELA HART (Marcy Dawson), STEPHEN PEARLMAN (Rabbi Cohen), SAMIA SHOAIB (Devi), AJAY NAIDU (Farrouhk)
País: EE.UU Año: 1998 Productora: HARVEST FILM WORKS TRUTH & SOUL / PLANTTAIN FILMS
Duración aprox.: 86 minutos
Publicado en España por: FILMAX HOME VIDEO
Año: 2000 Formato: DVD (EDICIÓN COMPRADA)
EXTRAS: Tráiler // Menú interactivo 3D // Biofilmografías director y actores
Hay películas que te marcan nada más verlas, que atesoran escenas que te fascinan y te llevan a repetir la visualización de la obra cinematográfica a partir de entonces. Un claro ejemplo de esta estimulada pasión es la película “Pi, fe en el caos”, largometraje que tuve el placer de disfrutar a principios del mes de diciembre del año 1999, fecha oficial de su estreno en una mítica sala de cine en Madrid, y cuya magna banda sonora (Clint Mansell, Orbital, Autechre, Aphex Twin, Massive Attack…) tuve el placer de analizar y reseñar en el mes de julio del año pasado para describir sus excelencias musicales a los melómanos lectores de Lux Atenea. Con el paso del tiempo, “Pi, fe en el caos” se ha convertido en una película de culto, habiendo sido galardonada con el Premio al Mejor Director en el prestigioso Festival de Cine de Sundance en 1998. Como ópera prima del director de culto Darren Aronofsky (“Requiem por un sueño”, “La fuente de la vida”, “El luchador”, “El cisne negro”…), esta incomparable película es un claro ejemplo de pura vanguardia surgida dentro del cine independiente estadounidense donde el drama y la intriga resplandecen siniestramente en su trama, más propia del universo literario kafkiano. La desesperación y la angustia que transmiten muchas de sus escenas, fluyen en esta atmósfera propia de la ciencia-ficción donde la aspereza del thriller psicológico te atrapa e hipnotiza hasta el último segundo. Rodada en blanco y negro con genial maestría en míticos barrios y distritos neoyorkinos como Brooklyn, Lower East Side, Chinatown, y Coney Island, en “Pi, fe en el caos” resalta la sublime labor de interpretación realizada por actores y actrices como Sean Gullette en el papel de Maximillian Cohen (protagonista principal en esta película), Ben Shenkman en el papel de Lenny Meyer, la fotogénica actriz Pamela Hart en el papel de Marcy Dawson… o auténticos maestros de la interpretación como el actor Mark Margolis en el fascinante papel de Sol Robeson (amigo de Max), o el magnífico actor Stephen Pearlman en el papel del misterioso Rabbi Cohen. Talento y genialidad en la dirección unida a estos extraordinarios actores dio como fruto final esta obscura película que rozó la perfección artística.
En este siglo XXI estamos viviendo un periodo de transición entre el caduco mundo moderno y la imparable sociedad posmoderna subida al creciente impulso de la globalización. Un mundo donde el relevante peso de lo económico queda reflejado en la importancia de los movimientos bursátiles en las sociedades más avanzadas de todo el planeta, configurando y definiendo las reglas del sistema financiero a nivel global. Pero, qué ocurriría si una persona con el don de poder realizar inimaginables cálculos matemáticos con su mente privilegiada, le permitiera conocer el orden que rige el aparente caos de los movimientos bursátiles y predecir la evolución de sus valores. Con este atrayente eje como base principal de su trama, en la película “Pi, fe en el caos” podrán conocer la historia de Maximillian Cohen, Max, un excepcional matemático en busca de esa clave económica cuyo desvelo terminará llevándole a una peligrosa posición debido a los intereses económicos que despiertan sus investigaciones en una firma de brokers de Wall Street llamada Lancet Percy, y en una secta de místicos judíos que haciendo uso de la Cábala investigan los secretos de las Sagradas Escrituras para desvelarlos. Tras haber hablado con esta secta, Max, que padece fuertes dolores de cabeza y puntuales pérdidas de la realidad de corte paranoico, ha centrado sus investigaciones en el cálculo matemático haciendo uso de la informática, y para conseguir su objetivo ha creado un programa al que ha bautizado con el nombre de Euclides que, tras ejecutarlo, parece tener un aparente error de programación (un bug) en vista a los resultados que está dando. El problema vendrá cuando esos datos, en los que se predicen increíbles y sorprendentes movimientos bursátiles, lleven a la empresa de Wall Street a hacerse con su programa informático Euclides a cualquier precio, y a la secta judía a conseguirlo también para hallar un número sagrado relacionado con el Templo de Salomón y con Dios. Con esta atrayente y angustiosa trama se desencadenará una atmósfera kafkiana donde la desesperación de Max se convertirá en un trastornado crescendo absolutamente delirante donde se contraponen los intereses materiales y espirituales, persiguiendo y presionando a Max para que les dé ese valioso programa.
En esta película de culto, las escenas que más me impactaron fueron los terribles e impactantes flashes visuales fundidos con punzantes ráfagas sonoras con las cuales el director Darren Aronosky refleja los dolores de cabeza que padece Max, cómo Marcy Dawson de la empresa Lancet Percy trata de tentar a Max ofreciéndole un potentísimo y avanzado microprocesador para ganárselo, o la naturaleza matemática y ordenada de Max que se representa visualmente a lo largo de la película con las anotaciones que va realizando en su diario. “Pi, fe en el caos” es una película con escenas psicológicas muy tensas como la agobiante imagen de Max ante el potente ordenador construido por él mismo y que aparece en pantalla como un avanzado frankenstein tecnológico, la atmósfera persecutoria y paranoica que se respira en las escenas de Max en el metro, o la claustrofóbica casa donde vive cuyas secuencias en blanco y negro aumentan aún más su intensidad visual. Lo simbólico, lo metafórico, y el mensaje de su trasfondo conceptual han quedado perfectamente reflejados en este largometraje como, por ejemplo, en la simbólica imagen de la crema disolviéndose en el café y el humo del cigarrillo formando ambos espirales como metafórico reflejo visual de la secuencia de Fibonacci (proporción áurea), la reflexiva y analítica soledad de Max que se observa en la escena de la playa, la impactante escena donde Max toca un ensangrentado cerebro con la punta de su bolígrafo hasta perder la consciencia, la imagen de la hormiga incapaz de quitarse la sustancia pegajosa de su cuerpo como imagen simbólica para poder comprender cómo Max se va enredando inexorablemente en este asunto, o la incipiente desesperación de Max en el laberíntico abismo en el que se ha metido a la búsqueda del número de 216 dígitos, y que se refleja en las representaciones anatómicas del cerebro y en su cabeza afeitada. Intriga y ciencia-ficción, dramatismo elevado al cubo en este thriller psicológico, una banda sonora de auténtico lujo como trasfondo musical para sus mejores escenas… en definitiva, películas de culto con esta excelsa calidad dentro del cine independiente estadounidense siempre engrandecerán al Séptimo Arte. “Pi, fe en el caos”, el impactante nacimiento artístico de la magia cinematográfica creada por el director de culto Darren Aronofsky. ¡¡¡Disfrútenlo!!!
“Todo lo que nos rodea se puede representar y entender mediante números.”
Félix V. Díaz
En Lux Atenea solamente escribo y publico reseñas sobre ediciones originales que he comprado, o recibido como promocional.